Septiembre en moda significa comienzo. Mientras en las tiendas se produce el cambio de temporada otoñal en las pasarelas se muestra lo que se llevará la próxima primavera. La semana de la moda de Nueva York es la modernidad de unos diseñadores que incorporan a su visión creativa un discurso de compromiso y valores de perseverancia y diversidad. Prabal Gurung con motivo de su décimo aniversario ha presentado una colección inspirada en el proceso de ser un joven que ha conseguido el sueño americano. Su propuesta de belleza diversa, incluyendo además una breve línea masculina, representa vitalidad y optimismo entusiasta. El colorido, los estampados de flores que además adornaban peinados y bolsos, los conjuntos de aires deportivos, los vestidos drapeados o con lentejuelas confirman la elegancia de la mujer actual. Este mismo enfoque de diversidad y pluralidad ha sido la apuesta de Tommy Hilfiger y Siriano ya conocido por ser pionero en vestir a mujeres más allá de la talla 38.

La moda neoyorquina hace una revisión del minimalismo de los noventa e introduce toques futuristas con texturas brillantes, como el neón de Carlos Campos en su línea masculina o las formas caprichosas que se adaptan al cuerpo de Helmut Lang con la superposición de transparencias, abrigos y trajes de género neutro y siluetas depuradas rematadas con movimiento de faldas. Phillip Lim trabaja creando nuevas siluetas y proporciones exageradas mientras que Damo Wang emplea una composición sencilla con superposiciones y hombros que sobresalen en pico.

Tom Ford ha escogido una estación de metro abandonada para redefinir el estilo deportivo con pantalones y monos muy fluidos acompañados de gorras de béisbol. La máxima del glamour y la sofisticación con prendas de seda en estilismos monocromáticos y el uso de tonos maquillaje que son su sello de identidad. Para el hombre propone una sencilla sastrería diurna y para la noche trajes lisos en blanco y rosa o con estampados animal. Y para ellas crea una serie de tops armadura en verde y azul que suponen un eviente homenaje a YSL. Vera Wang cumple treinta años con una colección fría y oscura de inspiración grunge reinterpretando el vestido corto con toques urbanos y lenceros para una primavera negra donde hay mínimos contrastes de color, encaje y transparencias creando escotes ilusión y una simplicidad que consigue la atemporalidad.

La extravagancia y el atrevimiento transgresor han sido el punto de partida de Jeremy Scott, Luar, I Love Pretty o Christopher John Rogers. Tomo Koizumi ha creado una colección vanguardista con pelo unicornio y colores arco iris donde las medidas desproporcionadas y el exceso en las poses al estilo Norma Desmond han sido una fantasía hecha realidad. Marc Jacobs vuelve al revival de los setenta con estampados de flores, colorido diverso y texturas brillantes. La androginia y los toques bohemios en trajes, abrigos y sombreros amplios, los vestidos con volantes y lentejuelas aluden a una primavera que es una fiesta digna de ser vivida.

La mítica camisa blanca de Carolina Herrera se combina con faldas largas y estampados acuarela en verdes y azules de manera sofisticada, y el tratamiento de las mangas de campana, japonesa y pata de jamón adornan de delicadeza vestidos entallados con cuadros y lunares. La elegancia neoyorquina de Óscar de la Renta vuelve a las raíces latinas del fundador en una serie de vestidos vaporosos de colores armoniosos creando suaves contrastes tanto en rayas como en combinados de beige y negro. Las faldas con volumen y el uso de los volantes de seda rosa y blanco son un idilio para la noche y la alfombra roja, donde además los vestidos largos con escote palabra de honor en oro viejo ponen de manifiesto que el refinamiento y la feminidad siguen inspirando. Ambas firmas siguen influyendo considerablemente no sólo en el concepto de elegancia americana sino a nivel internacional marcando un estilo se sencillez inconfundible. La colección de vestidos de seda azul de Sies Marjan llenos de movimiento y elegancia desafiante, mientras que los conjuntos de dos piezas, trajes y abrigos son de una elegancia comedida que resuelven con suficiencia la ecuación de ir adecuadamente vestida al trabajo y a un evento nocturno.

Mientras que París es y será por siempre el corazón y el encanto clásico de hacer moda, es Nueva York quien de un modo u otro da el primer paso en introducir cambios, en llevarnos hacia la modernidad de un mundo que parece que cambia cada día. Y como no queremos quedarnos atrás siempre miraremos desde la vieja Europa a esa chica espontánea y neoyorquina que se atreve con todo y que consigue acaparar miradas allá por donde pasa.