Andaba yo por las “Highlands” de Escocia, por entre unas impresionantes montañas nevadas y unas ásperas tierras desiertas y verdes cuyos céspedes y líquenes, sobre un suelo de turba y charcas de agua negra, producen ese aspecto salvaje y exótico que sobrecoge a quien contempla el paisaje con los ojos de un mediterráneo como yo. En la lejanía, sobre una atalaya donde los viajeros admiraban el insólito panorama, sonaba una gaita mercenaria que tocaba “Amacing Grace”. Frente a mí, en un suave collado entre dos peñas inmensas, unas entrañables ovejas de carita negra y lomos blancos como la nieve masticaban su ración de yerba salvaje. Más arriba, un grupo de vacas peludas autóctonas hacía lo propio. Todo ello bajo un sorprendente cielo azul que llenaba de luz aquel mundo habitualmente gris, húmedo y melancólico…
Y entonces sonó mi teléfono móvil. Sentí la vibración en mi bolsillo izquierdo, mientras la familiar melodía me sacaba de mi ensimismamiento. Era mi amigo Adolfo Celdrán que me llamaba desde Alicante.
-¿Qué tal te va ese viaje por Escocia? – me preguntó a modo de saludo.
-Bien… Muy bien, gracias. Estaba contemplando este paisaje tan distinto del nuestro, camino del lago Ness… – y de pronto recordé la fecha – Hoy es el día de la investidura, ¿verdad? ¿Qué tal va la cosa?
Y Adolfo se mantuvo en silencio unos segundos, al otro lado de las ondas. Por un momento adiviné su sonrisa.
-Mira, estoy en el Salón Azul del Ayuntamiento. El alcalde saliente está leyendo las papeletas… Escucha – y debió girar el teléfono hacia la presidencia del acto, porque hasta mí llegó una familiar voz pronunciando el recuento: “dieciocho, diecinueve, veinte…”. Y al final, el resumen: “Veintiún votos para Gabriel Echévarri, del PSOE, y ocho para Asunción Sánchez Zaplana, del PP”.
-¿Ha dicho veintiuno? – pregunté sorprendido.
-Si, veintiuno, porque también han votado los de Ciudadanos a favor del tripartito. Han dejado solos a los del PP, que se lo han ganado a pulso.
Allá lejos, la gaita seguía obsequiándome con sus notas felinas. El Sol, en todo lo alto, brillaba como nunca por estas tierras.
-¿Y las concejalías?
– Bueno, Guanyar ha obtenido las áreas de responsabilidad que más os importan. Pavón se queda de Vicealcalde y asume Urbanismo y Patrimonio, Marisol va a Juventud, Víctor a Medio Ambiente y Limpieza, Dani a Cultura, Julia a Participación Ciudadana, Nerea a Vivienda y Acción Social… Los de Compromís se quedan con Memoria Histórica, Educación, Empleo y Sanidad… Y las demás para el PSOE: Fiestas, Comercio, Turismo, Economía… Bien, muy bien.
-A ver si nadie mete la pata y salvamos Alicante de especuladores ladrilleros, políticos corruptos y demás fauna de mezquinos e indolentes.
-Eso es lo que hace falta. Hasta pronto, Miguel
-Hasta pronto, Adolfo. Y muchas gracias por acordarte de mí en estos momentos.
La gaita, incansable, seguía tocando y todo parecía igual que hacía un rato, pero para mí era muy distinto. Tan lejos, tan cerca, Alicante volvería a ser una tierra de libertad, cultura y progresismo, como lo había sido desde que se proclamó “La Pepa” y después la República, desde Maisonnave, Lorenzo Carbonell, Lassaletta… Y ahora tendría de nuevo la oportunidad de convertirse en una de esas patrias que, como Escocia, están llenas de gente que ama su historia y se siente orgullosa de ser quien es.
Y una lágrima de emoción y alegría me sorprendió cruzando mi mejilla y perdiéndose en mi barba.
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