Próximamente será presentada la versión en castellano de Re/Pensar las políticas culturales, Creatividad para el desarrollo, publicación de la UNESCO que recoge el seguimiento de la Convención de 2005 sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales. Se analizan en el Informe Mundial 2018 los progresos realizados en la aplicación de dicha Convención. Como señala la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, este valioso instrumento constituye la guía de acción de la UNESCO en materia de fortalecimiento de las capacidades de producción, creación y difusión de bienes, actividades y servicios culturales. Y, como consecuencia del mismo, la Organización ha manifestado su respaldo inequívoco al derecho de los Estados a aplicar políticas públicas encaminadas a fortalecer y dinamizar los sectores de la industria cultural y creativa, al tiempo que la UNESCO adquiere el compromiso de elaborar con ellos políticas públicas más eficaces y sostenibles en este campo.
El informe –subraya la directora general- muestra que las políticas culturales innovadoras aplicadas a nivel regional y local tienen repercusiones positivas a mayor escala en la gobernanza cultural. También pone de relieve cuáles son los marcos estratégicos más adaptados al entorno digital, al mismo tiempo que destaca la aparición de plataformas de intercambios y la vitalidad de algunos viveros artísticos en los países del hemisferio sur, y la vulnerabilidad de los artistas que son víctimas de amenazas.
Los principios rectores de la Convención garantizan el derecho de los Estados a adoptar y aplicar políticas destinadas a proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales y basadas en procesos y sistemas de gobernanza informados, transparente y participativos; facilitar el acceso equitativo, la transparencia y el equilibrio en los flujos de bienes y servicios culturales, así como la libre circulación de los artistas y profesionales de la cultura; reconocer la complementariedad de los aspectos económicos y culturales del desarrollo sostenible; y garantizar el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de expresión, información y comunicación, como condición indispensable para la creación y distribución de expresiones culturales diversas. En cuanto a los objetivos, destacamos: apoyar sistemas sostenibles de gobernanza de la cultura; lograr un flujo equilibrado de bienes y servicios culturales e incrementar la movilidad de los artistas y profesionales de la cultura; integrar la cultura en los marcos de desarrollo sostenible; promover los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Comienza el informe con el estudio de las políticas y medidas encaminadas a promover la diversidad de las expresiones culturales, mientras que el segundo capítulo está dedicado a los medios de información y comunicación de servicio público, en cuanto productores, comisionados, distribuidores, difusores e intermediarios de contenidos culturales de alta calidad. A continuación se examinan las implicaciones de un entorno digital que se halla en proceso de rápida transformación. En este contexto, la Convención sigue siendo un tratado precursor por la importancia que concede a la aportación que las entidades de la sociedad civil pueden efectuar en lo que respecta a la aplicación de políticas en ámbitos tan complejos como la producción y distribución de bienes y servicios culturales.
En el cuarto capítulo se analiza este aspecto y se sostiene que el objetivo de la Convención relativo al apoyo a sistemas sostenibles de gobernanza de la cultura sólo se puede alcanzar con una sólida participación de la sociedad civil. En el quinto, se examina la situación existente en el mundo con respecto a la movilidad de los artistas y otros profesionales de la cultura, esencial para mantener un universo heterogéneo de ideas, valores y cosmovisiones, y también para promover industrias culturales y creativas. En el siguiente capítulo se analizan las tendencias observadas recientemente en los flujos de bienes y servicios culturales. Y en el séptimo, se alude a la protección y promoción de la diversidad de expresiones culturales mediante tratados y acuerdos jurídicos.
Tras analizar las repercusiones positivas de la Convención en las políticas, planes y programas relacionados con el desarrollo sostenible, se profundiza y amplifica el mensaje a favor de la igualdad de género. Y por último, se aborda el tema de la libertad artística, que no sólo atañe a la existencia de los artistas y a sus prácticas creativas, sino también a los derechos de todos los productores culturales y de todos los públicos.
Concluimos estas líneas, solidarizándonos con el llamamiento que Audrey Azoulay realiza a todos los Estados miembros de UNESCO para que hagan suyas las conclusiones de este informe innovador y para que inviertan en el potencial que poseen las actividades culturales e industrias creativas para impulsar el desarrollo económico, la cohesión social y la dignidad humana.
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