La artista y profesora universitaria Esther Pizarro denuncia de forma pionera en Alicante, a través de una exposición creativa, el problema medioambiental y tecnológico formado por decenas de miles de restos de satélites e ingenios espaciales que orbitan como chatarra cósmica alrededor de la Tierra.

La muestra ha sido recorrida de forma inaugural por el concejal de Cultura, Antonio Manresa, y por Esther Pizarro, acompañada por su colaborador tecnológico Markus Schroll. El montaje supone una novedad en el panorama artístico internacional.

La exposición titulada “Space Debris: Constelaciones de desechos” ha tomado forma en Alicante por vez primera por haber ganado el concurso de proyectos expositivos BuitBlanc, convocado por el Ayuntamiento a través del centro cultural Cigarreras.

La exposición contiene piezas, gráficos, carteles e instalaciones. Esther Pizarro explica que entre el basurero espacial se contabilizan depósitos, piezas y cápsulas de 6.060 cohetes, además de los restos innumerables de satélites, lo que da forma a enjambres metálicos y plásticos que entrañan un peligro real para el planeta.

La artista da cuenta de que la vida útil de los cientos de satélites en funcionamiento que dan servicios sobre meteorología o comunicaciones, entre otros, se encuentra amenazada por la saturación de objetos orbitando en torno al globo.

Síndrome de Kessler

Las colisiones accidentales en el espacio exterior, – relata la protagonista -, son susceptibles de incrementar las nubes de escombros que se mueven a grandes velocidades, lo que puede derivar en daños a satélites, que generarían un efecto cascada, proceso conocido como Síndrome de Kessler.

La artista denuncia que las órbitas más útiles y cercanas a la Tierra ya no son seguras para misiones espaciales o para el posicionamiento de nuevos satélites. A mayor conectividad planetaria, más cantidad de satélites y, como consecuencia, mayor incremento de contaminación espacial y riesgo, explica Pizarro.

Palanca para mover conciencias

La investigadora y artista visual, doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, concibió su exposición para que actuara como una “palanca” que mueva conciencias. Pizarro desea que su denuncia sobre las “Constelaciones de desechos” ayude a asimilar el problema y que abra paso a una nueva fase, la que posibilite recolectar esa chatarra.

La artista enumera a EE.UU, China, Rusia, India, Francia, Japón, Canadá y Gran Bretaña entre los principales emisores de los ingenios espaciales que derivan y se convierten en piezas inertes en el espacio. La creadora clasifica y categoriza los datos y muestra cómo esos enjambres están distribuidos en el cosmos, un tipo de contaminación distinta a la que vemos cada día con ríos con vertidos de aguas negras o restos de plásticos invadiendo el medio. Pizarro apunta que la basura espacial, invisible a nuestros ojos, es real, amenazadora y peligrosa, pues ya han llegado a caer piezas a nuestra superficie.

Tres ejes

La investigadora y profesora articula su exposición en tres ejes. El primero es conceptual, revela los datos de fuentes científicas y elabora unos gráficos que ayudan a su comprensión. El segundo y principal está constituido por una gran instalación tridimensional e interactiva que interpreta el espacio exterior y sus cuatro órbitas principales. Una proyección de la Tierra actúa como centro, a su alrededor se distribuyen 44 plataformas tejidas con fibra óptica y activadas lumínicamente. El tercer eje documental pone en contexto toda este compendio mediante la proyección “Time to act”, de la Agencia Espacial Europea.

La conquista espacial ha generado grandes avances en nuestro planeta y ahora es el tiempo de actuar y empezar a solucionar la contaminación espacial, uno de los grandes retos del siglo XXI, concluye Esther Pizarro.

Los interesados podrán recorrer la muestra en los espacios de la sala Caja blanca de Las Cigarreras hasta el 18 de septiembre.