El Ivam Cada de Alcoi inauguró el pasado viernes “Disseny a la Taula”. El trabajo diario de José Miguel Piñero. Un artesano, nombrado por la revista Forbes, como uno de los 100 empresarios mas creativos de España en 2020

Fue Dag Hamarksgöld el que escribiera esta célebre frase, allá por la primera mitad del siglo pasado: “En nuestra era, el camino de la perfección pasa necesariamente por el mundo de la acción”.

Y justamente, es en ese universo de la escaramuza sin fin, donde se desenvuelve la vida y milagros de mi hermanito pequeño.

Un tipo agitado, inquieto, curioso, indeterminado, inconexo, dicharachero, agotador, incansable, intuitivo, adorable. Absolutamente descatalogado… Un organismo pluricelular chisposo, que fundamenta su éxito a través de gestionar todo lo que hace, con un explosivo cóctel de corazón y pelotas.

Una raza muy propia de su Alcoi natal. “Ese hábitat de infraestructura enlagartada donde la piedra – si quieres seguir tirando- hay que convertirla en huso y ponerse enseguida a hilar; donde el telar tiene forma de ara y se oficia en tres turnos el vivir de una ciudad que etiqueta ocho siglos de industria.” Antonio Revert Cortés 1973

En Disseny a la Taula podemos apreciar toda la destreza del Taller de Piñero cosechada en un arca de Noé de los oficios. Una torre de Babel donde manos artesanas materializan objetos de uso cotidiano; las vajillas que alimentan la creatividad de los cocineros que levitan en el olimpo de las Estrellas Michelin. Adriá, Roca, José Andrés, Muñoz, Dacosta, García, Roncero, Moya… Celebridades culinarias universales, que han encontrado en José M. Piñero al individuo que nunca dice no a materializar una idea, por descabellada que parezca. Un aliado creativo perfecto, gracias a su valentía para encarar retos.

El camarada Piñero, se ha sacado de la manga la reinvención de una categoría de producto, así, como el que se aparta el flequillo de la frente de un soplido:

Encontrar el equilibrio entre el pragmatismo y la estética es a veces misión imposible, pero queda mas que claro que este no es el caso.

“Lo que te dice la lógica es que un plato ha de pesar poco, ser apilable, caber en un lavavajillas. Y aquí nos saltamos todas las normas a la torera. Al final, cada pieza es una escultura. Hacen una doble función, plasmar la personalidad de cada chef y lograr sorprender al comensal”

Su modus operandi  parte de un boceto hecho a mano con lápices de madera, A cada pieza le dedica tiempo y tesón. Pero si algo ha sido clave en su éxito es ese punto de locura innata que pone a todo lo que hace.