“Me interesa mucho la ilusión y la fantasía, no tanto la realidad tal y como la ves. Me interesan otras realidades. Hay muchas miradas y yo lo que intento es captar algunas. En mis espectáculos, el público es parte activa, pensante”.
Si tuviera que definir a Vera Lebrón, diría que hace visible lo invisible. A través de su cuerpo transmite todo aquello que el ser humano guarda en las profundidades, en esos espacios donde las emociones confluyen y necesitan vías de expresión, convertirse en arte. Desde las acciones físicas que mueven el pensamiento, sus propuestas arrastran al público hacia la incertidumbre, hacia un lugar donde cuestionarse. La innovación y la experimentación de nuevas formas, de nuevos espacios escénicos, son la base de su mundo. Así, las preguntas, las inquietudes y sus propias certezas le dan vida como artista multidisciplinar.
Vera Lebrón se formó en París, en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq. Tras su vuelta a España, en 2004, formó la compañía Silencio Teatro con el estreno de Infausto: retrato de una familia feliz, galardonada a la mejor obra y mejor interpretación, entre otros, en diferentes festivales de la provincia. A partir de aquí escribe y dirige numerosas obras que muestran una visión personal donde da cabida a otros lenguajes escénicos como son: Morphea, Ardor o la indigestión de ser uno mismo, Ofelias, Mirta y Bob, La verdadera naturaleza del punk y La mujer puente.
Completó su formación tanto en danza como en teatro con Isabel Úbeda, Igor de Quadra, Norman Taylor y Leticia Ñeco. Desde este momento profundiza en el lenguaje del movimiento y la danza teatro. En ella amplía su visión del hecho escénico y lo plasma en piezas en colaboración con otros artistas como son 40m2, con el poeta Nelo Curti y el músico Lucas Bramucci; Edie-das emotional. Performance art music junto con la banda de rock Marx. Y en la actualidad prepara su colaboración como intérprete y coreógrafa para la pieza Otros ojos de la compañía Matuska Project. Ha trabajado para la compañía teatral Ferroviaria de Elche y con los coreógrafos Leticia Ñeco con la pieza de danza-teatro Clavado Clavos, y Fructuoso Gil con la pieza Prostibulario.
Su trayectoria es individualista y ecléctica, y ha optado por llevar a cabo sus propias creaciones mediante su compañía desde diferentes estéticas escénicas e integrando diversos recursos artísticos como la dramaturgia, el movimiento, la música y la narrativa visual. Actualmente ha abierto un nuevo camino hacia la música con una propuesta sostenida por sonidos electrónicos y un spoken word absolutamente personal, donde da salida a nueva dramaturgia desde este nuevo formato.
También ha colaborado en diferentes cortos alicantinos y ha formado parte del profesorado especializado de la Escuela de Interpretación de Ciudad de la Luz de Alicante.
Pregunta: ¿Cuál es el germen que te empuja a la creación teatral?
Respuesta: Casi siempre tiene que ver con lo que me pasa por dentro.
Es todo muy emocional. A raíz de una sensación empiezo a ver imágenes y parece
que todo se confabula. Encuentro referencias relacionadas en cualquier parte,
todo está asociado a la idea que me ronda en la cabeza. Parece que lo atraigo,
que se manifiesta. Cuando está claro y voy a crear una pieza, todo empieza a
generarse a mi favor para desarrollar el tema. También escucho mucha música y
eso ejerce de generador. Así, las imágenes se multiplican al sumar influencias
exteriores, sensaciones y sonidos.
P: ¿Cuándo aparece la escritura, el lápiz y el papel, en el proceso
creativo?
R: Como te he comentado, lo primero que veo son imágenes. A partir de
ese momento empiezo a escribirlas y a desarrollar las acciones físicas, el
texto, los movimientos. Generalmente funciona tal y como lo veo. La música me
da la inspiración, es muy potente.
P: Dentro de todas las disciplinas que transitas, ¿con cuál
empezaste?
R: Bailarina siempre he sido porque estudié desde pequeña. Ha sido mi
entrenamiento. Después estudié sociología y me enganchó mucho toda la reflexión
social. Necesitaba el pensamiento como fuente. A raíz de ahí, escribí en prensa
y medios de comunicación. La parte investigadora y la calle me encantaba en el
periodismo. En teatro entré casi por casualidad. Conocí a Miguel Ángel García y
él ha sido mi guía en todo este trayecto. Creyó mucho en mí y los dos nos
fuimos a París a estudiar el método de Lecoq. En principio siempre me había
interesado mucho el cine, de hecho, me sigue interesando.
P: ¿Es por eso que en tus piezas de teatro aparecen recursos
cinematográficos? ¿Cómo juegas con el cine en vivo, en el escenario?
R: Como tengo tanta pasión, en mi mente siempre veo la película y es,
más tarde, cuando la convierto en teatro. Yo imagino planos, todo en versión
cine. El teatro tiene la misma artesanía en cuanto a que utiliza luces,
sonido…, son las mismas herramientas con distinto uso. Por ejemplo, cuando
pienso en un plano me pregunto cómo puedo generarlo en escena y utilizo lo que
está a mi alcance (cenitales cerrados, linternas…). Por eso también utilizo
vídeos, porque necesito la imagen en su máxima amplitud. El teatro a nivel de
presupuesto también es más asequible. Yo soy compositora en toda la amplitud
del término y, desde el punto del montaje, el escenario es siempre un desafío.
P: La danza-teatro juega un papel importante en el global de tu
obra. ¿Por qué? ¿Cuáles son tus referencias?
R: Mi referencia máxima es Pina Bausch. No solo porque sea la
pionera, sino porque es el tipo de danza-teatro que a mí me interesa. Trabaja
mucho la expresión. Es un trabajo de acción y de movimiento. A priori no lo
considero un trabajo de danza, sino que tiene que ver más con cómo me muevo,
qué me mueve, y a raíz de ahí genero acciones que me llevan a estados. Para mí
no hay personajes a nivel clásico, sino que hay estados emocionales, otro
formato al que el público no está acostumbrado. Me interesa trabajar mucho
desde ese collage de acciones, movimientos, imágenes, atrezzo,
palabra… La abstracción toma forma concreta en ese puzle. Yo prefiero estar más
cerca de la interpretación que de la danza contemporánea. Hay diferencias. Por
ejemplo, me interesa mucho Sol Picó, Peeping Tom… La ilusión y la atmosfera
teatral, de nuevo.
P: Tus obras hablan mucho del individuo, pero también del individuo
en la sociedad. ¿Consideras que hay denuncia en tu discurso?
R: Hay reflexión. No determino nada, nunca digo “esta es mi verdad”.
Siempre cuestiono, me cuestiono. Imagina que tengo miedo a algo y, a partir de
esa sensación y lo que experimento con ella, comienzo a verlo fuera (en las
noticias, en la calle, en conversaciones…). Voy de lo particular a lo general.
Mi mirada se distancia del interior y comienzo a ver una historia que ya no
tiene que ver conmigo, me la invento.
P: ¿Qué es lo que más te interesa encima del escenario?
R: Me interesa mucho la ilusión y la fantasía, no tanto la realidad
tal y como la ves. Me interesan otras realidades. Hay muchas miradas y yo lo
que intento es captar algunas. En mis espectáculos, el público es parte activa,
pensante. Propongo una construcción pero no la cierro; la dejo con ciertas
grietas para que se acabe de contar en un intercambio. No me gusta la evidencia,
me gusta más la sugestión. En “La mujer puente”, como se centra en divertir,
quizá haya una estructura más clásica. Me interesa la interpretación libre.
P: ¿En tu creación hay muchos espacios vacíos que debe llenar el
público?
R: Yo trabajo con el símbolo. Es muy poético en este sentido. No
hablamos de cosas concretas sino de metáforas. A través del objeto, ampliamos
significados, nos ubicamos en un espacio ilusorio. La realidad está
sobrevalorada y me gusta ofrecer muchas realidades, generarlas a través de los estados
de los personajes.
P: Si hablamos del actor, ¿qué papel juega la improvisación dentro
de tus piezas teatrales?
R: No trabajo con guiones rígidos, sino que doy cabida a que el actor
cree en escena. Cuando actúo sola tengo una estructura blanda, aunque las
partituras y las acciones están muy bien definidas para no perder el hilo del
discurso. Intento ser fiel, son la brújula y me llevan al objetivo. Formar
actores es como un laboratorio, intento que se cumplan las estructuras, aunque
tienen libertad. El teatro está vivo y cada día representamos una obra
distinta. Si una pieza está demasiado hecha me aburre, encuentro que no
respira.
P: ¿Cómo nace en tu obra la fusión entre danza-teatro y música
electrónica?
R: En 2009 empecé a indagar en un nuevo lenguaje que integra o
fusiona la danza-teatro, o la interpretación más física, con lo que yo denomino
“el nuevo cabaret”. Le llamo así porque en él se suma la dramaturgia musical
con la dramaturgia física o del movimiento. Dentro de los matices concretos que
aportan estas disciplinas, creo que mi manera de trabajarlas es innovadora y
sobre todo muy personal, ya que todo el conjunto nace de las herramientas que
yo he ido adquiriendo a lo largo de los años.
Con esta propuesta, hace doce años, nos presentamos a “Alacant a escena” y
ganamos el segundo premio con la obra “Morphea”. Era una obra muy experimental
y arriesgada. Más tarde, estuve de interprete en un cabaret pero, a pesar de
crear la historia, la música no era mía. Después, di cerrojazo a este capítulo
y me metí de nuevo con el teatro físico, tanto en la vertiente de formar
actores como en la de la propia experimentación.
A través de diversas sinergias con otros artistas amigos, se han generado
recursos que han dado como fruto esta fusión de dramaturgia física y música
electrónica. Hablo de música electrónica porque no hay instrumentos, sino
que está creada exclusivamente con ordenador.
P: ¿Qué es VIIKA?
R: VIIKA genera un alter ego que me permite acercarme mucho a mi interior
y transmutar mis experiencias muy lejos de mí. Es un viaje de ida y vuelta.
Puede que sea un trayecto circular, no hay ni principio ni fin. La música
adquiere muchísimo protagonismo y se convierte en el pretexto para escribir. De
todas maneras, es contradictorio: palabra-música, música-palabra, no sé qué es
lo primero. Soy una persona que necesita mucho diálogo interior y VIIKA me
permite expulsar los demonios, expresar para sanar.
P: Para ser creadora, ¿hay que estar en constante batalla con el
interior?
R: Yo creo que no. Puedo crear desde la alegría y la tranquilidad. No
necesito la tormenta. A veces lo sensible, lo que entra por los sentidos, es
suficiente para transmutarlo y convertirlo en arte, en expresión creativa.
P: ¿Crees que la cuestión de género puede ser una traba a la hora de
visibilizar tus obras?
R: Yo creo que el artista está al servicio de su obra. Lo que importa
es la obra, no el artista. Es importante lo que se transmite, no quién lo
transmite. Hay que dar luz, estar unidos. El arte tiene el poder de
transformar, eso es lo que importa.
El próximo 18 de junio, a las 20h, podremos conocerla en el Espacio
Hernandiano de Elche, dentro del ciclo “Creadoras. Mujeres a cielo
descubierto”, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elche.
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