El pasado 7 de junio se presentó Auae Papers 8 en un acto organizado en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante. También se publicará en la web de Fundación Aquae utilizando la tecnología de “cadena de bloques” ‘Blockchain’, que posibilitará su verificación, trazabilidad y accesibilidad. Esta publicación de carácter científiconnació en 2013 con la vocación de compartir el conocimiento generado por investigadores y expertos en el mundo del agua.
Según señala la publicación de Aguas de Alicante y Fundación Aquae, la planificación urbana del agua en el litoral mediterráneo, en relación a las sequías, tiene varios retos por delante: disponer de diferentes fuentes de abastecimiento (tradicionales -superficiales y subterráneas- y “no convencionales”, depuración y desalación); eficiencia en las redes para reducir las pérdidas; monitorización continua; redes alternativas de distribución de agua depurada; impulso de sistemas terciarios y cuaternarios de depuración; construcción de depósitos de distribución dimensionados para situaciones de escasez; planes municipales de emergencia ante sequías; sistemas tarifarios que penalicen el exceso de consumo; y sensibilización social continua de los beneficios del ahorro del agua. En relación a los episodios de lluvia torrencial, los retos son construir colectores de agua pluvial de gran capacidad, depósitos pluviales y espacios públicos inundables; adecuar los sistemas tradicionales de alcantarillado a lluvias intensas; crear sistemas de alerta a las poblaciones (apps específicas en móviles); y poner en marcha sistemas de drenaje urbano sostenible.
Por otro lado, a pesar de que la precipitación media anual de Ciudad del Cabo (515mm – 1.310mm), primera gran urbe del planeta en declarar la Catástrofe Natural por falta de agua, puede llegar a cuadruplicar la de Alicante (unos 300 mm), la probabilidad de que ésta última experimente la situación agónica de la capital sudafricana es muy baja debido a que Alicante ha puesto en marcha, durante las dos últimas décadas, una eficaz gestión de sus recursos hídricos para adaptarse a un contexto de escasez. Esta es una de las conclusiones de ‘Aquae Papers 8: Resiliencia en el ciclo urbano del agua. Extremos pluviométricos y adaptación al cambio climático en el ámbito mediterráneo’, que Aguas de Alicante y Fundación Aquae han presentado esta mañana en la Universidad de Alicante.
Además, según señala Jorge Olcina, presidente de la Asociación de Geógrafos de España, «1997, año de la riada en la que fallecieron tres personas, supuso un punto de inflexión para Alicante ya que se desarrollaron varios planes que abordaron la evacuación del agua de lluvia: plan anti-riadas de la Generalitat Valenciana, actuaciones complementarias del Plan contra Inundaciones del Ayuntamiento de Alicante y el Plan Especial de Inversiones de Aguas Municipalizadas de Alicante. Lo que incluía además el depósito anticontaminación José Manuel Obrero y el Parque Inundable La Marjal. Así como otras obras de inversión ordinaria y de renovación de redes ».
El uso de aguas pluviales (retenidas en depósitos o en parques inundables) constituye una alternativa de extraordinario interés para paliar la escasez natural de recursos hídricos e incrementar la resiliencia de estos territorios ante los posibles efectos que tendría el cambio climático en áreas mediterráneas. Dos ejemplos de buenas prácticas en la gestión de la escorrentía urbana y el potencial uso posterior del agua pluvial, ambas puestas en marcha por Aguas de Alicante, son el depósito ‘Ingeniero José Manuel Obrero’ y el Parque Inundable La Marjal. Estas dos infraestructuras destacan porque, además de mantener su función hidráulica, aportan un valor social añadido para los ciudadanos.
‘La Marjal’, ejemplo de buenas prácticas para la OCDE
“La Marjal» (San Juan, Alicante) es una obra pionera en Europa inaugurada en 2015 para dar solución a los problemas de las inundaciones. Esta infraestructura es capaz de retener hasta 45.000 m3 frente a una lluvia de alta intensidad, y posteriormente, derivar el caudal de lluvia a la red de drenaje o a la depuradora para su reutilización. Asimismo, en tiempo seco, se utiliza como zona recreativa dotando de un valor social añadido a la función hidráulica” ha explicado Asunción Martínez, patrona de la Fundación Aquae.
Para retener esta cantidad de agua de lluvia, el parque inundable cuenta con un vaso retenedor formado por un estanque que almacena habitualmente 6.674 m2 de agua regenerada procedente de las depuradoras de Alicante. Durante la lluvia, se inunda la zona de vegetación de ribera adyacente hasta alcanzar su capacidad máxima. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha seleccionado este proyecto, documentado y presentado por la Cátedra AQUAE de Economía del Agua, como ejemplo de buena gobernanza en las ciudades para solucionar a las inundaciones.
Por su parte, el depósito ‘Ingeniero José Manuel Obrero’, ubicado bajo las instalaciones del polideportivo Juan Antonio Samaranch, en el barrio de Cros-San Gabriel, es capaz de almacenar un volumen máximo de 60.000 metros cúbicos (20 piscinas olímpicas), lo que reduce significativamente los alivios de la red de alcantarillado al barranco de la Ovejas. Construido entre 2009 y 2011, este depósito se controla remotamente y funciona 24 horas, todos los días del año.
En esta publicación, sus autores se preguntan: «¿Cómo es posible que una ciudad históricamente sujeta a la escasez de agua, sin fuentes de abastecimiento locales, haya podido afrontar el cambio de siglo creciendo, y a la vez, con confianza en la garantía del suministro?». Jorge Olcina da las claves: «La respuesta está ligada a los 120 años de historia de Aguas de Alicante, ya que cuando surge esta compañía en 1898 da respuesta a los problemas crónicos de abastecimiento, facilitando el acceso a nuevas fuentes a través del Canal del Cid». Este hecho, unido a la creciente diversificación en la procedencia de sus recursos hídricos, a una mejora espectacular de la eficiencia de sus redes y del consumo, han conseguido que en las dos últimas décadas Alicante haya crecido de forma continuada, consiguiendo reducir su demanda hídrica total en un 20%.
‘Aquae Papers 8’ nos recuerda que en 2018, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y, en apenas tres décadas, este porcentaje se elevará al 70%. Uno de los efectos de esta urbanización ha sido la contaminación atmosférica que está provocando un calentamiento térmico planetario que, a su vez, está generando cambios en las condiciones climáticas habituales. «Tenemos que poner en marcha medidas que aumenten la resiliencia de las ciudades del área mediterránea española frente al cambio climático, debido a su elevada vulnerabilidad y exposición a inundaciones y sequías», indica Olcina.
Nueva York, Berlín y Rotterdam: ciudades resilientes
Ejemplos de buenas prácticas en otros países son el Plan ‘A Greener Greater New York’, con 132 iniciativas y 400 objetivos a desarrollar entre 2007 y 2030, incluyendo un apartado sobre la adaptación al cambio climático que incluye 13 medidas, entre las que destacan la reducción del 30% de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 respecto a 2005; o la actualización de los mapas de inundación de la ciudad y de las normas de construcción.
En Berlín se ha aprobado una ordenanza municipal para aplicar el llamado ‘Biotope Factor Area’, un indicador que permite crear zonas verdes en el centro de la ciudad, teniendo en cuenta el volumen construido y la antigüedad de los edificios. Por su parte, en Rotterdam (Holanda) se ha diseñado una Estrategia de Adaptación al Cambio Climático, un documento de planificación territorial para la adaptación a la subida de temperaturas (jardines colectivos dentro de manzanas edificadas, tejados verdes, vegetación para cubrir los diques); a la subida del nivel de mar (recrecimiento de diques existentes y nuevos diques, elevación de cota de edificación); y al incremento de inundaciones (depósitos pluviales, colectores de agua pluvial, espacios de inundación natural).
La “Ley de tejados verdes” en Copenhague o Amberes; las viviendas palafíticas en Nueva Orleans para evitar desastres como el ocasionado por el huracán “Katrina” en 2005; o las edificaciones sobreelevadas de Helsinki, en el marco del proyecto “Baltcica”, impulsado por los países ribereños del mar Báltico, son otros ejemplos de cómo una ciudad puede ser resiliente frente al cambio climático.
Acceso a AQUAE PAPERS 8:
http://www.fundacionaquae.org/aquaeteca/aquae-papers/aquae-papers-8/
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