Nicolás Fernández de Moratín escribió un poema satírico que venía a significar que lo obvio, lo de Perogrullo, es a menudo un asunto cotidiano:
Admiróse un portugués
De ver que en su tierna infancia
Todos los niños de Francia
Supiesen hablar francés
Una tiktokera americana ha colgado un vídeo donde se extraña, en una visita a Barcelona, de que los catalanes hablen…en catalán.
En Chile, en 1958, el escritor y periodista Guillermo Blanco escribió junto a otro escritor, Revolución en Chile, bajo el seudónimo de Sillie Utternut. “Silly” significa “boba” y el supuesto apellido de la “gringa” también se puede traducir como “chiflada”. La tal Sillie , una reportera americana, iba en busca de las claves de una probable insurrección revolucionaria izquierdista y su torpeza la hace mal interpretar todo lo que ve y escucha allí. Por ejemplo , cree que PICO (pene en argot criollo), que ve en todas las paredes significa Partido Internacionalista Comunista Obrero. Le gritan “¡Gringa de miéchica!” (“gringa de mierda”) y piensa que la creen oriunda de Michigan, por lo que ella aclara que es de Utah…y es peor.
Es proverbial el desconocimiento (incultura) de los estadounidenses respecto a los usos y costumbres del resto del mundo. En especial los de su patio trasero, Latinoamérica.
Resulta obvio que en Cataluña se habla catalán, al menos “en la intimidad”. Una viñeta mostraba a Sánchez flotando en una piscina y soltando tacos en catalán, en perfecta intimidad. “¡Recullons!”…Ahora Puigdemont quiere que se hable catalán en las Cortes, tal vez por eso ya se estará poniendo al día el presidente en funciones. Tampoco le vendría mal ir aprendiendo árabe, en sus vacaciones.
Por cierto, he recordado la letra de esa vieja canción del grupo sueco:
El libro de historia del estante siempre se repite
Waterloo, tú ganaste la guerra
Waterloo, no podría escapar si quisiera
Waterloo, prometo amarte para siempre
Waterloo, sabiendo que mi destino es estar contigo
A ver que le sopla al oído al hombre de Waterloo su abogado chileno, y consejero áulico Gonzalo Boye . Conocí a su padre, Gustavo, abogado y periodista, siendo alumno suyo en la Escuela de Periodismo de Valparaíso. Los Boye, familia de origen alemán, se afincaron en Viña del Mar y el tío de Gonzalo era, como su padre, muy conocido. Otto Boye fue diplomático y profesor universitario en Heidelberg, además de periodista. Cuando vino el golpe de estado en Chile, Gustavo Boye cayó en desgracia, porque pertenecía al partido Radical, una formación liberal y socialdemócrata moderada. Sobrevivió montando pequeñas empresas, entre ellas una de reparto de almuerzos en oficinas en las que empleó a algunos alumnos suyos, víctimas del nuevo régimen militar. Era un tipo generoso, abierto y simpático. Yo tuve largas charlas con él cuando me llevaba en auto stop de Valparaíso a Santiago, en ocasiones. Era un hombre de una envergadura considerable , herencia alemana, apenas cabía en su Austin Mini, que conducía como un piloto de rally. En una de mis visitas a Chile, ya desaparecida la dictadura, lo fui a visitar en su oficina de donde dirigía una asociación cultural. Me desaconsejó regresar a Chile: “El país ha cambiado y tú también”. Le hice caso y no me arrepiento.
Chile está tomado por la delincuencia. La corrupción ha llegado también al gobierno de Boric. Puede que en el futuro el país se vea “bukelizado”. La escritora chilena Isabel Allende, que vive en Estados Unidos, decía en una entrevista que los chilenos deseaban un presidente como el de El Salvador, que acabara con la inseguridad ciudadana. Pero advertía que ya había existido un Bukele: Pinochet.
Siempre he creído que la delincuencia es un impuesto que pagamos por las contradicciones del sistema capitalista: desigualdad, opresión, descontento.
VIVA EL ALCOHOL
Me llama la atención que en este país se permita con tanta liberalidad la publicidad de bebidas alcohólicas. Últimamente prolifera en televisión más que las de automóviles. Los lemas publicitarios son similares: el alcohol y los motores prometen libertad, disfrute de la vida, etc.
Las fiestas populares , fogueres, carnavales canarios, etc., son la realidad de ambas cosas. El alcohol hace estragos en las carreteras, los jovencitos se desmadran en los botellones. Un chaval borracho, que venía de fiesta, de madrugada y con alevosía me metió un petardo por la ventana de mi bajo, que mantenía abierta debido al calor nocturno. Pero eso no es nada, al lado de tantos sucesos protagonizados por el alcohol en carreteras. Y a menudo hasta en terrazas, donde ya no es seguro sentarse a tomar aunque sea una horchata, porque viene un conductor borracho o drogado (a veces ambas cosas a la vez) y te manda a Urgencias o al otro barrio.
Nada saca la DGT con esos spots tenebrosos, con cadáveres mal maquillados, de las víctimas del tráfico a sus verdugos al volante. Hay que meterle mano al consumo de alcohol, a la maldita publicidad como antes se hizo con el tabaco. Especialmente con los jóvenes, muchos menores de edad, que se inician en la bebida de modo salvaje. El lobby del alcohol es poderoso y el alcohol está presente en los patrocinios de eventos deportivos, en películas y series.
FACUA se ha manifestado en 2022 sobre la modificación sufrida por la legislación que regía anteriormente , que prohibía la publicidad de bebidas alcohólicas de alta graduación-más de 20 grados-en franjas horarias en las que podrían ser vistas por menores de edad . La organización de consumidores advierte que la prohibición total de la publicidad en los medios audiovisuales es una de las herramientas para revenir el consumo y abuso de esta sustancia. La OMS se ha manifestado de la misma manera y señala que tres millones de personas mueren cada año por consumo de alcohol-una cada 10 segundos-lo que representa un 5% de todas las muertes. Víctimas de este consumo nocivo son especialmente los más jóvenes , ya que el 13,5% de todas las muertes entre las personas entre los 20 y 39 años están relacionadas con el consumo de alcohol.
En España la primera copa se toma a los 14 años. El 32% de los jóvenes reconoce el consumo abusivo -4 o más copas seguidas- pero los mayores también empinan el codo bastante: casi un 20 % de los mayores de 64 años bebe alcohol a diario.
A ver si el próximo presidente, tal vez el abstemio gallego que solo bebe tostada sin alcohol, hace algo.
Mientras tanto…¡Salud! Y que viva el alcohol.
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