“La poesía es una trampa para panteras y leones, / (o para colibríes con alas de gaviota), / adicción para pulpos con solo dos tentáculos / o jodidos dromedarios jorobados por dentro, / árboles con hojas numeradas, / siemprevivas que mueren cada noche, / girasoles licántropos que siguen a la luna…”

Carlos Salem (Argentina, 1959) es poeta, escritor y periodista. Lleva en España “media vida”. La novela y la poesía son los géneros que más ha desarrollado. Como agitador cultural dirigió los primeros micros abiertos de poesía en el Bukowski club (Madrid), actividad que ha coordinado durante años en diferentes locales. Imparte talleres de narrativa y poesía de forma presencial y online en todo el mundo.

Entre sus novelas publicadas están Camino de ida (2007, Premio Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón y finalista del Prix 813 en Francia); Matar y guardar la ropa (2008, Premio Novelpol y Premio Paris Noir); Pero sigo siendo el rey (2009, Finalista del Prix SCNF, finalista Premio Dashiell Hammett y ganadora del Premio Mandarache); Cracovia sin ti (2010, Premio Internacional Seseña de Novela); Un Jamón Calibre 45 (2011, Finalista del Premio Dashiell Hammett); Muerto el perro (2014, Premio Valencia Negra a la mejor novela del año); Cuando mi sombra te alcance (2016); Los ladrones de montañas(2018) o Donde el tiempo ya no duele (2019).

En 2021 publicó PoPesía, un ensayo sobre la historia reciente de la poesía popular en España y el fenómeno de la poesía en las redes. Sus poemarios son: Foto borrosa con mochila (2006), Si dios me pide un bloody mary (2008), Orgía de andar por casa (2009), Memorias circulares del hombre-peonza (2010), El animal (2013), Follamantes (2014), El Amor es el crimen perfecto (2015), Con un pájaro de menos (poemas de amor y rabia) (2016), 24 incendios (2016), Solamente muero los domingos (2018), La rebelión de los Follamantes (2019) y Una sirena en la montaña (2021).

La poesía de Carlos Salem nace del inconformismo, desde la incertidumbre que provoca ser artista y caminar cada día sobre el alambre; es un vaivén de sentimientos que se agarran al corazón para acercarse a todo lo que pasa desapercibido. Desde las entrañas, los versos emergen hacia la superficie plagados de imágenes, de metáforas que juegan con el día a día y dan fe de la fragilidad del ser humano.

“Estamos hechos de etapas indecisas, / circuitos solidarios y escapes egoístas. / Somos manta, sobre manta sobre otra. / Lloramos por costumbre y por si acaso. // La muerte es un cuchillo de seis filos / y nosotros rodamos en rodajas trémulas / para cumplir mansamente / nuestros destinos de cebollas. // Erigimos estatuas para sostener recuerdos adecuados”.

Una sirena en la montaña (Mariposa Ediciones; col. Estro) nace desde la conciencia de que seguimos vivos, a pesar de la pandemia y todo lo que nos asedia. La necesidad de la poesía, y el desasosiego de perderla en algún momento, transita por las páginas de este libro y deja un espacio en blanco para que el propio lector se deje llevar por la inspiración. Definiciones, poéticas y destellos de una pasión necesaria que abren el corazón para dejar claro que escribir nos salva.

“Llevas engañándome desde la infancia, / superpoder y kriptonita, soledad sobre la que se edifica / esta compañía de ausencias. // Un pequeño saco con el fondo roto, / la arena que navega en los relojes. / El mar y la bañera. // Posees la verdad de todas las mentiras, / tienes 100 pies veloces, botas de siete leguas, / piel de siesta y carne de leyenda. // Me das lo que me quitas, después me lo devuelves. // Sin ti, palabra, sin tu maleficio, / sería solo otro pescador de nubes / que le teme a la lluvia”.

El amor, el sexo, se entrelaza con las palabras, como si el poema fuera escrito a una amante que va y viene, que nos llena de fuego o nos vacía desde la distancia. El poder del lenguaje, de que todo existe al nombrarlo, toma fuerza en el discurso metapoético para amarrar a Salem al asfalto. Desde el realismo que lo caracteriza, entramos en una estancia llena de búsquedas, de cavilaciones, de reinvenciones que siempre nos llevan hacia el epicentro de la existencia: sobrevivir y ser uno mismo. Dice en su “Poética V”:

“Acariciarte como a un gatito de aire / que puede desaparecer cuando se espanta. // Como un recuerdo que todavía no tengo / y por eso no puedo perder. // Acariciarte antes, durante y después de las tormentas, / deshaciendo dudas y veranos, haciendo del vicio una virtud. // Acariciarte por barrios y países. / Tu cuello, la insólita estación por la que mis dedos / pasan lentos como un tren carguero rumbo al Sur”.

Carlos Salem reclama, con su estilo urbano y directo, a la musa; a esa sirena que debe bajar de la montaña, que debe estar siempre cerca. Su voz cubre todos los abismos y cicatriza las heridas. Simplemente, es necesaria, como el aire que respiramos. Dice el poema que da nombre al libro: “Es preciso que regreses ya, querida. // Lo recomiendan, en silencio, los pasillos. / Lo ruegan las señales horarias de la radio. / Lo decretan, infalibles, los libros de estilo. / Lo reclaman, tan cansinas, las campanas. // Ayer abrí un pez y, en vez de entrañas, / tenía dentro tulipanes y lirios blancos. / (…) / Es hora ya de que vuelvas a casa, / poesía”. Escribamos. Leamos.