El artista alicantino Jesús Zuazo y su obra protagonizan una nueva exposición en el Museo de la Universidad de Alicante, una retrospectiva que recoge sus 30 años de carrera artística, comisariada por el profesor Juan Antonio Roche, con el título “El espacio construido”. La muestra se inauguró el viernes 8 de febrero en la Sala El Cub del MUA y permanecerá abierta al público hasta el 7 de abril.
El recorrido expositivo se plantea con un orden cronológico de la obra de Zuazo, tal y como ha querido el autor, dividido en cuatro partes: “Primera figuración.1989-1994”; “Segunda figuración. 1995-1999”; “Primera abstracción. 2000-2005”; y “Segunda abstracción. 2006-2018”. Un concepto común une los cuatro apartados de la exposición y este hilo argumental es la construcción del espacio, el auténtico leit motiv de la producción pictórica expuesta.
El comisario de la muestra, Juan Antonio Roche, afirma que, tal vez, más que encontrar una respuesta al problemático asunto espacial, la aportación de Jesús Zuazo consiste en formalizar plásticamente la pregunta del sentido del ser humano en el espacio y el tiempo. Además, ese cuestionar y cuestionarse constituye un asunto esencialmente personal, como indican varias de sus obras figurativas en las que aparecen carreteras vacías (El mantel blanco, Escuela, Un día y Highway´s Venus), metáforas de las rutas solitarias y subjetivas de exploración e indagación estética y existencial y, en suma, de los caminos biográficos singulares.
En todo caso, ante todo, cabe decir que Jesús Zuazo considera el tiempo subsumido dentro del espacio ya que señala que en el espacio se “desarrollan los sucesos y asuntos que iba pintando”. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Reconstrucción, donde aparece el propio Jesús Zuazo pintando a otro pintor, a él mismo.
Zuazo afirma que al principio utilizaba el espacio de una manera intuitiva o imitativa. Luego abandona la figuración y se adentra, persiguiendo una mayor libertad, en la abstracción. La abstracción le posibilitó bucear en la ampliación de posibilidades que le ofrecían los dos tipos de espacio pictórico del siglo XX: el cubista y el abstracto. Pero, pronto, se dio cuenta de que surgían igualmente ciertas limitaciones y reducciones. En consecuencia, la preocupación por aprehender las sensaciones corporales y por atraer de nuevo a un público alienado de la pintura abstracta, condujo a Zuazo a acercarse nuevamente en sus abstracciones a los discursos de la pintura figurativa clásica, para generar volumen o profundidad a través de las sombras, sobretodo, en la segunda etapa de la abstracción, o de los colores.
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