José Juan Santatecla o en poesía Jota Santatecla @jotasantetecla es un poeta actual que vive y se mueve en una ciudad que siente y con quien comparte su poesía casi diariamente. Se licenció en Comunicación Audiovisual sector, el de la publicidad, de donde se saca sus cuartos.
Él es lector antes que escritor y en su tiempo libre hace deporte para buscar su equilibrio. Le preocupa la inestabilidad laboral en el mundo artístico. Este ámbito es una aventura que tiene un muro de niebla. Lo que más feliz le hace sería poder vivir de sus historias y se siente feliz contándolas.
Está participando en la actualidad en la “cadena de poesía en cuarentena” que recopilará en un libro poemas como un inusual testimonio de una época crítica e histórica que fue la epidemia de COVID-19, una iniciativa de K.O. Company, central de entretenimiento y contenidos artísticos de la consultora de comunicación ilicitana Grupoidex.
Pregunta: INVERSOS es una iniciativa poética que busca especialmente la poesía que trate sentimientos o aspectos directamente relacionados con la cuarentena. Tú, aunque ya lo has escrito, como estás viviendo este periodo.
Respuesta: Afortunadamente con mi familia, aunque me preocupa mucho porque mi madre es médica y está en primera línea sin la seguridad que debería tener. Aunque lo lleva bien porque es una mujer valiente. Yo no noto especialmente la diferencia porque trabajo mucho desde casa.
P: Decías que la poesía tiene la capacidad de hacer un poquito más libre tanto al escritor como al lector. En estos días, ¿lo necesitamos más que nunca?
R: Libre y reconocernos en las letras de los demás. En este periodo la poesía tienes que ser cercana y accesible para todos. Me gusta pensar que el poeta construye un edificio para que el lector lo habite, habite el poema.
P: La poesía son sentimientos claro, pero también es un género literario con mayúsculas. Para escribir en INVERSOS hay que hacer género o puede más lo que estamos sintiendo cada uno, cada poeta…
R: Lo importante es poder contar lo que estamos viviendo pero que sea atemporal. Desde una sensibilidad para que siga sirviendo permanentemente.
P: Eres un valenciano, de Gandía, nacido en año capicúa, y ahora en Madrid. De qué te escapaste para ir a esa gran ciudad, gran por grande…
R: Quería buscar una oportunidad en el mundo de la literatura y el cine. Quería, por tanto, escribir un libro y hacer algo de cine. Tenía amigos allí y me sentí respaldado para tomar esa decisión.
P: ¿Por qué te llaman el poeta del metro, ese lugar donde, como dices tú, puede haber más historias más allá de la Tablet o el móvil y también disfrutar del viaje?
R: Nada más llegar a Madrid el primer contacto fue el metro. Un día un grupo de personas se pusieron a tocar y pedirle palabras a la gente. Esa idea me atrajo por eso empecé a dejar poemas junto al nombre de la parada de la estación metro.
Como dejo la red social la gente contacta conmigo e incluso me pide paradas. Gente que te pide que vayas a una estación por cuestiones personales y eso es muy cercano y creo que eso es de lo más bonito. Además, también cambian sus paradas habituales para buscar el nuevo poema.
P: ¿Qué ha pasado en ti desde tu primer poemario, Niño mudo, que publicaste en 2018 en Valparaiso Ediciones?
R: El libro fue una puerta de acceso al oficio del poeta. Y eso me ha permitido respetar más el oficio de poeta, me he apuntado a un master y dos años después creo que empiezo a tener voz y a tener mi imaginario propio.
P: ¿Qué obligaciones sociales crees que tiene un poeta?
R: Hay una obligación clara que es hablar de las emociones en un momento determinado. Si quieres saber que sentían las personas hace 100 años tienes que leer a un poeta de esa época.
P: ¿En literatura, que es lo que haces, tienes algún sueño?
R: Llegar a vivir de esto. Que la escritura sea mi vocación y mi profesión que ahora estoy compaginando. Ser un todo.
Primer Capítulo: Distancias
Autor: @jotasantatecla
La noche, un espejo paciente
que late con el don de los aplausos.
No importan estas maletas vacías,
sólo restablecer lo que nos une.
La distancia se parece al columpio
que disfraza la humedad de la hierba;
contempla hasta el remordimiento
esa manía de dormir
antes que el latido de las paredes.
El pálpito de los recreos
es un eco de toboganes,
huellas que buscan nombres
en otros nombres que no son los nuestros.
Pienso en lo único breve:
este hecho, hablar del agua,
las gotas que ocupamos.
Escribo otra distancia,
pronuncio el testigo amarillo
de los parques. Vida en silencio,
alguna vez memoria.
Dos flores apiladas.
Una corriente anuncia
la vuelta de las horas.
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