María Zambrano, intelectual, filosofa y ensayista española, se preguntaba qué es el despertar de la persona y planteo en su sentencia que la cultura era el motor de este alumbramiento en el ser humano.
En estos días, tan difíciles para todos y todas, la cultura vuelve a no estar entre las prioridades de quien gobierna, pero ni siquiera de quien hace oposición para adoptar medidas, económicas y sociales, para respaldar este sector que es especialmente frágil pese a su ranking en el PIB.
Podrían haber suspendido el pago de impuestos a los profesionales que gestionan teatros, salas de concierto, cines o museos…
Podrían haber declarado el libro o la música como un bien prioritario o esencial, con todas las excepciones que fueran necesarias, y esto es porque lo es, a las duras y las maduras.
Podría haber previsto invertir entre 150 y 200 millones como otros países hermanos que lo han hecho como Italia, Francia, Alemania o Gran Bretaña.
Sin cuestionarnos las medidas de urgencia adoptadas para combatir la pandemia que es esencial para el bienestar de la ciudadanía deben de ser responsable de la fase de recuperación, que será tan vital, aportando recursos, bienes, inteligencia y conocimiento compartido con el sector. Pero tenemos a un ministro, José Manuel Rodríguez Uribes, que desde hace cuatro semanas que estamos en casa, no ha hecho absolutamente nada o por desinterés, o por ignorancia o por “pasota”, no ha hecho nada por la cultura y el arte, en cada una de sus disciplinas, aunque sea autor de seis libros y valenciano, por lo cercano.
Los espacios de arte, públicos y privados están cerrados, las librerías y bibliotecas han bajado la persiana, las salas de concierto han puesto el volumen a cero y tanto el teatro como la danza también está confinado. Todo esto desajusta, resta y asusta, porque la cultura es el despertar.
La cultura vuelve a tener una sentencia de muerte, pero no se enteran y prescinden de la responsabilidad que les corresponde. La cultura es un trabajo, un trabajo artístico, que crea riqueza, sostiene propuestas innovadoras, se compromete con los aislados, impulsa iniciativas y ya va siendo hora de que se cumpla con este grupo de personas que lo forman: artistas, managers, salas de concierto, gestores culturales y medios de comunicación como el nuestro, entre otros.
Es de agradecer que ante tanto despropósito un gran número de artistas alicantinos-as están ocupando su tiempo confinando en seguir haciendo cultura por streaming, redes sociales u otras plataformas públicas como la Universidad de Alicante, el IVAM, Museos locales, Ayuntamientos de la provincia, entre otras.
Creo, aunque lo apruebe, que no es un tema solo de Apagón cultural entre el 10 y el 13 de abril es realmente un asunto de Revolución compartida por la cultura. No tendríamos que hacer ninguna huelga, sino nos tendrían que apoyar a todos los agentes para respaldar realmente la cultura.
Para finalizar comparto un poema, de la creadora Elvira Sastre de su libro Baluarte, el País de Poetas, que hace en su antesala, en sus dos primeras estrofas, un análisis poético que yo asimilo a la España cultural también repleto, por algunos que rodean al supuesto poder, de discursos falsos y poco consecuentes:
Hoy a España le han dado una paliza
-el último parte indica agonía-
y llora como un cachorro abandonado en la cuneta
mientras susurra llena de pánico:
se están llenando mis puentes.
Y yo la miro
con los ojos llenos de justicia
y le digo
aguanta, te salvaremos los supervivientes.
En la calle solo queda vivo un hambre feroz
que aterra:
el canibalismo de un capitalismo devorador.
Quien dice defendernos nos acaricia
y nos deja la cara llena de sangre:
un abrazo falso duele más que una puñalada…
y lo saben.
Comentarios