Hoy quiero hablaros de la última novela de Luis Leante, “Maneras de Vivir”, ganadora del premio Edebe 2020 de Literatura Juvenil. Luis, de Caravaca de la Cruz pero residente desde hace muchos años en Alicante, es un excelente escritor y en la lista de sus creaciones abarca todos los géneros, igual escribe infantil que juvenil que novela más generalista, que hace teatro. Es un autor con mayúsculas. Entre las citadas obras destaca “Dime si te querré” (Premio Alfaguara), “Cárceles Imaginarias”, “Annobon”, “La luna Roja”, y la también premiada con el premio Edebe “Huye sin mirar atrás”.
“Maneras de vivir” es una novela que atrapa por varias razones, por un lado porque descubre una ciudad, Alicante, y una época, de los años 80 hasta nuestros días, a través de los ojos de cuatro protagonistas, dos adultos y dos adolescentes, que van narrando unos hechos que desentrañan y clarifican sus sentimientos y vidas mostrándonos lo mejor y lo peor del alma humana. Pero también es un canto al amor y a la familia y, sobre todo a las segundas oportunidades. Cualquier lectura me plantea dudas ya que no sé si habré captado todo lo que quiere decir el autor así que, teniendo la oportunidad de hablar con él, le planteo unas preguntas.
Pregunta: ¿Qué sentimientos te produce escribir?
Respuesta: La escritura es en realidad una prolongación de la lectura. Escribo porque antes he leído. Y, seguramente, si dejara de leer, dejaría de escribir. No hay un sentimiento único a la hora de escribir. Es un proceso largo donde cambian las sensaciones, los sentimientos e incluso el disfrute de la escritura. Hay fases de euforia, fases de disfrutar, frases de frustración, frases de sufrimiento, momentos dulces. Cada texto, cada día de escritura es una aventura distinta. Hay como una necesidad de contar y un esfuerzo por hacerlo y una lucha constante entre el pensamiento abstracto y el lenguaje. El resultado es una combinación de todo eso.
P: Siempre he pensado que es el hecho de leer el que te hace querer escribir, pero ¿cuál es tu proceso creativo? ¿en qué te inspiras?
R: No creo en la inspiración, ni en las musas, ni en los escritores tocados por un poder sobrenatural que les dicta la escritura. No soy un escritor con imaginación. Pero soy observador. No se me ocurren las historias de repente, como un chispazo. Cuando decido escribir algo es porque se han producido pequeños chispazos que provocan un cortocircuito y empiezan a generar energía, es decir, a crear una historia. Llamo chispazo a la frase que oigo, a la imagen que veo, al párrafo que leo, a lo que veo en la calle, en el cine, en la televisión, en la prensa, en los bares, en las colas del supermercado. Cada una de esas experiencias, en sí misma no me llevan a escribir una historia, pero cuando conectan en algún momento entre sí, necesito hacerla salir. Esa primera fase, la de montar la historia, planificarla, ordenarla, es la que más me gusta. No hay ningún tipo de responsabilidad: todo lo que piense, incluso lo más disparatado, es válido. Después, cuando hay que darle forma comienzan los problemas. Escribo borradores, reescribo, corrijo continuamente, y cuando más avanzo, más responsabilidad tengo, porque aquello empieza a parecerse a un texto literario. Y cuando estoy terminando, el disfrute se transforma en ganas de salir de esa historia y distanciarme.
P: Si lo entiendo bien, cualquier elemento de la vida cotidiana tiene una historia dentro. En concreto, en esta novela, más compleja de lo que parece, ¿cual ha sido ese proceso? y en líneas generales, ¿qué has pretendido mostrar en ella?
R: “Maneras de vivir” es la combinación de muchas cosas que se han ido sumando a lo largo de un par de años. Comenzó como una chispa literaria provocada por un cartel que vi en Facebook. El primer concierto al que asistí, a los 16 años. Tocaban Mermelada, Leño y Coz. Allí estaba Rosendo Mercado, que todavía no había compuesto esa canción. A partir de esa primera idea, la novela es una forma de mostrar la compatibilidad entre los distintos tipos de música, los distintos tipos de familia, las generaciones y algunas cosas más. El mundo de los adultos visto por los adolescentes, y al revés. Es también una historia de segundas oportunidades. Trata sobre la forma, o la mala forma de gestionar el éxito. Gente que llega a lo más alto y luego cae al más profundo de los infiernos. El éxito y el fracaso son dos caras de una misma moneda.
No me queda más que recomendar esta lectura.
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