Sala de Exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo de Elche. Recital de Poesía, Manifesto Muzak, Performance. Segundo piso del moderno edificio. Son las 19:00 horas del jueves 21 de febrero de 2018.  Contextualizados por una exposición de fotografías, discos, libros y fanzines que documentan la efervescencia cultural que se desató en los años ochenta, un grupito de creadores procede a rescatar de sus archivos personales, parte de ellos analógicos, una selección de los poemas y manifiestos que redactaron cuando tenían treintaitantos años menos, más pelo, menos peso, peores hábitos y, sin embargo, mejor salud. Se reúnen para rescatar las palabras escritas sobre aquella ola, sobre «La Movida y los ’80».

Estaban convocados Carmelo Hernández, Juan Lozano, Javier Cebrián, Juan León (un servidor), Julio Soler, Jesús Zomeño y Juan Ángel Castaño, aunque este último adujo a última hora problemas de salud que le impidieron acudir a la cita. Ante este elenco varonil tan frondoso una feminista hubiera apostillado con mucha razón: ¡Menudo campo de nabos se os ha quedado!

Vista general antes de comenzar el encuentro literario "La Movida y los 80". Foto: Carmen Dueñas

Vista general antes de comenzar el encuentro literario «La Movida y los 80». Foto: Carmen Dueñas

Abrió el fuego Carmelo Hernández, quién se apoyó en un audiovisual con potentes imágenes y música electrónica de cosecha propia para leer el Manifiesto Muzak; Javier Cebrián leyó poemas y aforismos del ausente Juan Ángel Castaño, de sus poemarios “Para bailarinas ambiciosas” y “Notas para una velada con la princesa Yvorin”; Juan Lozano escogió poemas de su libro recopilatorio “Soliloquio del Auriga”, un repaso con referencias generacionales; Julio Soler eligió para la ocasión poemas del libro “En el fondo todos deberíamos llevar sombrero” ; Juan León optó por dos poemas suyos de una antología de joven poesía alicantina de 1985 y dos divertidos textos de Pedro Almodóvar; Javier Cebrián hizo un repaso por sus primeros poemas de juventud, premiados bajo el nombre de otros; cerró el acto Jesús Zomeño, reciente Premio de la Crítica Valenciana, leyendo fragmentos en prosa de su libro “Querido miedo”.

Recuerdos e impresiones de los ochenta

Este corresponsal de Lo Blanc se atrevió a preguntar a sus coetáneos qué recuerdos e impresiones guardan de aquella época y qué ha sido de sus vidas desde entonces. Este es el resultado:

Juan León: ¿Qué recordáis de aquel tiempo y cómo os metisteis en el jaleo de la creación?

Julio Soler: Recuerdo que todo el mundo quería «hacer cosas», expresión genérica  que me encanta. Y cuando digo cosas, cosas también variadas. Yo mismo hice fanzines, grupo «musical», poesía, relatos, cortos de cine. En cuanto a lo de qué me movió a la creación, el germen es la literatura. Me recuerdo a mí mismo siempre escribiendo, contando historias desde que tengo uso de razón. En fin, se actuaba con arrojo no exento de candor con unas gotas de perversidad inocente. Lo que es ser joven, vamos. Entusiasmo.

Julio Soler en el encuentro literario "La Movida y los 80". Foto: Carmen Dueñas

Julio Soler en el encuentro literario «La Movida y los 80». Foto: Carmen Dueñas

Juan Lozano: Una madrugada en que preparaba un examen, con la botella de Coca-cola a mano, sin saber cómo ni por qué, quizás por tedio, hilé dos versos. Ese, en mi caso particular, fue el big bang, el origen de todo. Luego me apunté al taller de creación literaria que dirigía Gerardo Irles y conocí a otros autores locales. Hicimos una revista y también participé en un monográfico que  publicó el Instituto de Cultura Juan Gil Albert en 1985 sobre jóvenes creadores ilicitanos que se llamó “Palmeras Salvajes”.  Estábamos en una ciudad de provincias, pero a nivel local y provincial tenías amigos que un día inauguraban una exposición de pintura o fotografía y al día siguiente había la presentación de un poemario, un montaje teatral o un concierto de música, o te reunías para dar forma a un fanzine, de esos de fotocopia y grapa cutre que solo duraban un día. Hubo hasta gente que se atrevió a hacer un corto. Fue una época de pasarlo bien creando y de estar abierto a todo.

Javier Cebrián: El recuerdo que tengo de los 80`s es el Instituto de Carrús, la Universidad Popular, los bares de música, pubs les decíamos entonces, los conciertos, una gran efervescencia creativa y desinhibición social y cultural. Yo quería aprender a tocar la guitarra para formar una banda de pop-rock, escribir canciones, estuve dos años cursando guitarra y solfeo en el Conservatorio municipal, pero descubrí que se me daba mejor escribir letras para las canciones que componer música o tocarla, y una cosa llevó a la otra…

Jesús Zomeño: La movida surge como reacción a la etapa precedente, una reacción frente al ambiente politizado y reivindicativo de los setenta, todo por la ventana a ritmo de libertad. Evidentemente, La Movida aprovechó los frutos de la Transición, pero hizo uso de la libertad y aquella libertad consistía en disfrutarla. No era un mito, la libertad fue salir a la calle e intentar ser feliz. Ahora la libertad es un concepto teórico, entonces nos estalló en las manos. ¿Qué me motivo a convertirme en un creador? Supongo que con los deportes era un desastre y tenía que abrirme paso en el mundo. La literatura me apasionaba, al principio me iba peor que con el balón, pero era menos cansado y perseveré.

Carmelo Hernández: Alicante y Elche eran una fiesta: open all night. Sin embargo, para ser creativo no podías estar todo el tiempo de diversión a control remoto, era necesario disponer de tiempo, y la palabra “disciplina” fue una de las más revalorizadas en mi diccionario de acción de aquellos años. Un avatar quiso que recuperara una gran amistad con una de las personas más cultas y creativas que he conocido nunca, Francisco García, y empezamos a plantearnos la idea de construir “algo” para recuperar el sentido de la agitación social, mezclándola con la emprendeduría. Así conocimos a Pedro Vidal y enseguida nació TodoTodo, de “la fusión de tres fuertes personalidades…”. Pronto empecé a disfrutar de aquella consigna que flotaba en el aire: “para tocar la guitarra no es necesario tener una: cómprate un sintetizador y crea tu propio sonido de guitarra, enchúfalo a una computadora y haz que suene perfecta”.

Juan León: ¿Qué significó esa etapa personalmente para vosotros?

Javier Cebrián: Significa ni más ni menos que mi adolescencia y significó el despertar, el descubrimiento de la vida, de  la cultura, de la música, de la diversión, del sexo, del placer compartido, del alcohol y otras cositas,  de la política, de la reivindicación y, sobre todo, del amor y de la poesía, y por lo tanto también del dolor, del sufrimiento…

Jesús Zomeño: Tuvo sus ventajas aquel ambiente creativo, pero lo tenemos mitificado porque coincidió con nuestra juventud, nada más. Hay un autor bosnio que cuando le preguntan por la guerra, contesta que él acababa de enamorarse y recuerda su estancia en Sarajevo como una etapa feliz.

Julio Soler: Mucho hedonismo y diversión. Ya se empezaba a salir por las noches, cosa que antes había que encomendarse a la divina providencia. Vamos, a las diez en casa. También mucha existía interacción con la gente que también tenía hambre de eso, de «hacer cosas».

Carmelo Hernández: Fundamentalmente fue un vehículo para construir sólidas alianzas personales y creativas y personas-catalizadoras (como el legendario “Aquarello”), pero esa condición personal y experiencial, que ya era previa a La Movida, nunca influyó en el proceso creativo, pues nunca antes habíamos intentando algo musical, si literario y alternativo, pero nunca musical.

Juan Lozano en el encuentro literario "La Movida y los 80". Foto: Carmen Dueñas

Juan Lozano en el encuentro literario «La Movida y los 80». Foto: Carmen Dueñas

Juan Lozano: Hay por lo menos dos generaciones implicadas en lo que conocemos como La Movida, cosa distinta es la oficializada y subvencionada a partir del 84 o así, como imagen de una España moderna y de colorines. Tampoco podemos olvidar que fue una época que también tuvo sus sombras, la nómina de gente que se quedó en un portal con una aguja clavada en el brazo es demasiado larga y dolorosa. Para mí, que  viví los ochenta desde una ciudad de provincias,  fue un momento de gran creatividad en plena juventud, de aprendizaje, de ganas de hacer cosas, donde todo podía ocurrir y desaparecer en un momento, sin generar ningún apego o nostalgia.

Juan León: ¿Cómo ha sido vuestra trayectoria creativa en estos años?

Jesús Zomeño: Uno madura al compás de lo que hace. Empieza a escribir por ambición o por superar el trauma de una novia que te deja, pero luego vienen los periodos de aburrimiento, de conflictos personales, de traumas conyugales, los hijos, el trabajo, la política… En mi caso, escribir me ayuda a reflexionar. Desde el primer libro, “Cuestión de estética”, mis valores han cambiado y ahora mis libros de la guerra tratan sobre el ser humano en situaciones límite.

Carmelo Hernández: Yo había estudiado Psicología y empecé Medicina poco antes de entrar a formar parte de TT, pero mi verdadera vocación era (y sigue siéndolo), la creación artística. Sigo y seguiré componiendo y grabando canciones, a la par que escribo febrilmente en diversos medios y ámbitos y también practico la fotografía.

Juan Lozano: En los años noventa, tengo como una especie de agujero negro a nivel creativo y, en estos momentos, cuento con un libro de poemas publicado: “Soliloquio del auriga”, otro inédito en preparación y colaboro con artículos y reseñas en distintas webs culturales.

Julio Soler: Sigo escribiendo, poesía, relatos (con una novela, de momento no me atrevo), guiones. En los ochenta fundamos la colección literaria Frutos Secos que derivó a Frutos del Tiempo, que ahora la gestionan los amigos aquí presentes. Por mi parte, me embarqué en otra colección literaria que la llamé Peces Solubles, en honor a André Breton, que a su vez sirve de plataforma para mis «creaciones» actuales.

Javier Cebrián: El próximo 3 de mayo presento en la colección Lunara Plaquette, cuadernos de poesía, y dentro del ciclo “La dignidad de la palabra”, un breve poemario titulado “Vida de poeta”. En cuanto a mi evolución solo sé que me hago viejo y gracias a Dios puedo contarlo, muchos amigos no han podido hacerlo… Eso también eran o fueron los 80’s.

Juan León: Última pregunta: ¿Cómo valoráis la situación actual de la creación cultural?

Jesús Zomeño: La cultura es una actividad individualista en occidente. Hace mucho que la poesía es una actividad interior, también la prosa. Los sentimientos no se comparten, es de mal gusto. En definitiva, el consumo de cultura es un acto individual y solitario, falta el componente social que por ejemplo fomenta el fútbol. Si quieres hacer amigos y estrechar los lazos con ellos, hazte socio de una peña de fútbol o de una congregación de Semana Santa, la literatura es de marginados.

Jesús Zomeño en el encuentro literario "La Movida y los 80". Foto: Carmen Dueñas

Jesús Zomeño en el encuentro literario «La Movida y los 80». Foto: Carmen Dueñas

Javier Cebrián: En cuanto a la vida cultural ilicitana, si eso existiera o existiese, la veo pobre, confundida, casposilla, con pocas y gloriosas excepciones. Con respecto a la nacional puedo sospechar, en cuanto a la poesía, que está efervescente y juvenil otra vez, por suerte. Y sobre todo internéutica, si este palabro existe. Comunitaria, definitivamente. Si hablamos en general: pobre, confundida, casposilla, hurtada, con muchas y gloriosas excepciones…

Juan Lozano: Con referencia a la literatura, que es lo que más conozco, hay un buen puñado de autores que merece seguirse. Las nuevas tecnologías han propiciado la aparición de proyectos muy interesantes que se renuevan día a día. La reflexión que hago es qué hubiera pasado si en los ochenta hubiéramos tenido internet. Por otra parte, algo que me preocupa mucho es el fraude de la corrección política; cada vez, por desgracia, más metida en la cultura y en los medios. En una forma de fascismo, bajo máscara de progresía.

Carmelo Hernández: Personalmente no me interesa casi nada de lo que se cuece en el presente. Hacer música en estos momentos “en plan techno” es lo último que se me ocurriría ahora mismo. Creo que no falto a la verdad cuando afirmo que a Paco y a Pedro les sucedería  lo mismo. Estamos quizás en el peor momento musical que yo recuerde en España. Lo de La Movida ha quedado reducido solo al reflejo de la imagen holográfica de Alaska y poco más. La escena nacional está dominada por la nostalgia o el negocio más burdo y desaprensivo, los grupos que hacían “spanish garaje”, con un toque creativo -en algunos pocos casos- muy interesante y los que formaban parte de la dark gothic scene han desaparecido casi por completo.

Julio Soler: El panorama de hoy no llega a ser, en mi opinión, tan positivamente convulso como aquella época que fue como el emerger un oasis en un desierto, pero sí que hay gente que «hace cosas».

Juan León en el encuentro literario "La Movida y los 80". Foto: Carmen Dueñas

Juan León en el encuentro literario «La Movida y los 80». Foto: Carmen Dueñas

Juan León: Gracias, compañeros de generación, os veo bastante bien y me alegra que sigáis, sigamos, “haciendo cosas”.

 

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