Puede la rabia alojarse en la garganta, tomarla por entero, transformarse en ballesta y estallar creando un campo de girasoles. La poesía de Pablowsky no se anda con rodeos, apunta y dispara como lo hace un verdadero poema. Contiene tintes de un pretérito devastador e imperfecto que cuenta cómo la libertad siempre estuvo en el puño cerrado de otros mientras muchos y muchas ni siquiera podían ver la luz del día. Pero del testimonio de esos nombres propios que abrieron camino y se dejaron hasta el último aliento surge la voz de este autor alicantino y slamer. Es un grito herido que resucita cualquier páramo detenido y olvidado, es un animal erguido se impone al silencio y lo clarifica.

Han sido muchas ediciones a sus espaldas llenando de vehemencia poética locales, salas y teatros. Lo que sucedió el pasado sábado 22 de octubre en    Santiago de Compostela (La Coruña) fue la culminación de un trabajo íntimo y constante por rasgar desde la palabra cualquier velo social que nos debilite.

Ágora reix y Pablowsky

Con “Pueblo”, el poeta petrerense que fue el último ganador de Poetry Slam Alicante organizado por Ágora Reix, consiguió enmudecer al público en la Final de Poetry Slam Estatal dentro del I Festival de Poesía Nova de Compostela “Luz Poética” e hizo sentir con una fuerza tremebunda el carácter de unos versos repletos de referencias a vidas que escribieron largas historias de cautiverio hasta llegar a un asomo de conquista en la actualidad.

Fue con este texto que se alzó ganador de la competición nacional en la que se reunían los representantes de las distintas ciudades del territorio, una voz potente y con raíces sólidas que volverá a ser escuchaba en el campeonato   europeo que tendrá lugar en la ciudad de Roma (Italia) durante el mes de diciembre y quién sabe si en el encuentro mundial cuyo destino será, nada más y nada menos, América del Sur.

El primer poema con el que abrió su participación en el evento, y con el que ya despertó un enorme sentimiento colectivo, fue “Hermanos y hermanas de lenguas muertas”; un alegato memorable a la identidad de cada individuo.

Del oficio de escribir recoge el poeta su cosecha, resultado del empeño de quien siembra tempestades necesarias y honestas para que no salga a cuentas estar dormitando en los laureles. Este huracán fulminante, que “se niega a ser noche”, abre paréntesis de luz por donde pisa.