Willy Ramos es un artista nacido en Colombia en 1954. A los catorce años deja su pueblo natal, Pueblo Bello y llego a Valencia donde fraguó toda su vida artística sin perder su memoria, su origen.

Willy Ramos ha presentado en Alicante su exposición ‘Ariguaní’, término indígena que significa corriente de aguas claras. La exposición estará abierta al público en la Lonja del Pescado y la Sala de Exposición de la Diputación de Alicante hasta el sábado 1 de septiembre de 2018.

Ambas se enmarcan en una misma propuesta conceptual patrocinada por la Diputación de Alicante, Ayuntamiento de Alicante, Autoridad Portuaria, Porsche España y Bodegas Portia de Aranda donde se exhibirán estos trabajos a partir del próximo mes.

Willy Ramos es un hombre muy emocional, por tanto intenso. Cuando entra en tu casa para dártelo o contártelo todo, le ves tranquilo, sin protocolos, predispuesto. Conocer su obra es muy especial -confirmado-, conocerle a él es una suerte porque te llevas en el encuentro un montón de cosas que ya te suman, como persona, como profesional  y le doy las gracias, que a mí me gusta hacerlo. Él es un artista de este planeta que lo que más le gusta es vivir y las pequeñas cosas que le rodean, son grandes porque le hacen feliz, y lo cuenta tal cual.

Pregunta: En tu última exposición en Valencia recreaste tu país natal, Colombia, y el paisaje mediterráneo actual. En Alicante, creo que sigue existiendo esa convivencia emocional en ti, de tu producción artística, después de 40 años aquí. Ahora en cualquier caso insistes en tu infancia.

Respuesta: El corte lo doy a los 8 años. Dejo mi familia, mi casa y me voy a vivir con un fraile. Por tanto, hasta los 8 años estoy inmerso en una familia de 9 hermanos donde tenía un proceso de juego, de montaje de mis juguetes, que ahora lo traslado a la creación de esculturas con la misma emoción.

Hay una inmersión en el griterío de esos años, donde yo fantaseaba y de alguna forma me escondía también por mi carácter. Cuando me vengo a España con 14 años parto de un barniz de cultura de base.

P: Decías… «La inspiración no existe, sin trabajo no se puede conseguir nada, hay que insistir en todo lo que se haga, por ejemplo, si un fotógrafo hace cien fotos al día, diez de ellas serán buenas, no es inspiración, es trabajo»,

R: La inspiración es falta de método de trabajo.  Hay que escribir 3000 folios para que te salgan 50 buenos. Como profesor siempre insistía mucho en el método de trabajo, estructurando y diseccionando el problema muy bien como dijo Descartes.

La suerte y el trabajo va muy unida y yo soy muy constante. Yo le dedico diariamente unas ocho horas y eso garantiza, con este esfuerzo, los resultados.

P: ¿Qué relación mantienes con el Premio Nacional del Cómic, Paco Roca?

R: Somo amigos y con amigos comunes. Tiene la cabeza muy clara. Lo que más me gusta de él es él. Es una persona muy persona, por tanto, lo que más me gusta de él es Paco Roca.

P: Qué palpitaciones te dan los materiales. Llegas a decir, por ejemplo, del hierro que es noble y que consigue que la obra escultórica tenga vida.

R: Cada material lleva implícito la obra. Cuando estás dibujando a carbón tienes que estar compenetrado con ese material. Cada material lleva su obra.

La madera es tierra, es parte de la vida. El hierro tiene sutileza. Hay un misterio en las esculturas para que esos personajes entren en una ensoñación que te invitan a que te metas en ella y en ti, te invitan y te ayudan a entrar a ti.

Las obras individuales son magia que le dice al que la ve quién es, su casa, sus cosas dándole una serenidad.

Hace un año en una exposición en Toronto vino gente allí a darme las gracias, muy felices de tener un cuadro mío. Gente que mi obra le ayudaba a vivir. En Toronto había un ambiente de agradecimiento porque les haces felices y con esto hay bastante.

P: La pintura más mental, la escultura más divertida…

R: No necesariamente. Lo que más me gusta es vivir, haciendo una escultura o pintando en el taller. Las pequeñas cosas de mi vida me gustan y me hacen feliz. Por ejemplo, una botella de vino con los amigos.

P: ¿Qué relación mantienes con la provincia de Alicante?

R: Fue fortuito, ya que hace 10 años llegue a Calp y nos enamoramos en el minuto uno de la casa en la que vivimos y decidimos comprarla casi por impulso.

El Peñón es mágico, me cambia el modo de ver las cosas cuando estoy allí.

P: ¿Te lo juegas todo al color, como seña identitaria?

R: No dejes de mira el blanco y negro. El color es como el olor en una flor para que se polinice. La estructura es esencial y eso me ocurre dado mi dominio del dibujo.

Mi última exposición es un logro compartido. Lo más importante es el aire, acertando entre todos los que participamos y que aportamos nuestra energía.

P: ¿Qué diferencia existe entre hacer un cuadro y un cartel, como por ejemplo, el de la Semana Santa de Murcia en 2016?

R: Soy la misma persona, pero cuando haces un cuadro sigues tu flujo y energía. Cuando te piden una imagen que representa una simbología, del cristianismo por ejemplo, entonces es un reto. Es un reto pintar 2000 años de cultura. Lleva mucho tiempo entender, para luego enfocar; son muchas variables y muchas horas de trabajo.

P: ¿Hacer la etiqueta o beberse el vino?

Cuando está enfocado bien, pero es otro reto profesional donde tienes que dejar lo mejor de ti. Beber es compartir emociones, con tu mujer, con un amigo.

En el caso del Porsche, que produje para la exposición, solo puedes manchar ante tanta perfección.