Concha Lagos, pseudónimo de Concepción Gutiérrez Torrero, fue editora, escritora y miembro de la Real Academia de Córdoba. Nacida en Córdoba en 1909 y fallecida en Madrid en 2007. Destacada figura de la literatura contemporánea, Concha está considerada una escritora total por haber publicado tanto poesía como narrativa, teatro y ensayo. Autora con amplias inquietudes culturales, el compromiso de Concha Lagos con la creación literaria se reflejó en la intensa actividad desplegada durante la última mitad del siglo XX.

Debido a la Guerra Civil Española, vivió en la semiclandestinidad en Vigo y es allí donde escribió sus dos primeras obras, el poemario Balcón y la novela autobiográfica El pantano, aunque no salieron a la luz hasta años más tarde. Al regresar a Madrid en 1944 publicó estas obras con Rafael Millán en gráficas Bachende. Tal y como explica en su esclarecedor prólogo María Teresa Navarrete Navarrete, Concha Lagos comenzó entonces a colaborar en los proyectos editoriales de Millán, que dirigía la colección de poesía Neblí (1952-1955) y la revista Ágora. Cuadernos de poesía (1951-1955). En 1955 ambos decidieron refundar la colección y la revista bajo los nombres de Ágora y Cuadernos de Ágora. En septiembre de 1956, Millán se trasladó a Brasil y Lagos se encargó en solitario de la editorial y la revista. Durante estos años, Ágora se consolidó y se convirtió en un centro de poesía dentro del panorama lírico español, hasta que en 1968 fue absorbida por la editorial Alfaguara como “Colección Ágora” (1968-1973).

Entre sus numerosos libros publicados podemos destacar los poemarios: El corazón cansado (1957), La soledad de siempre (1958), Arroyo claro (1958), Golpeando el silencio (1961), Los anales (1966), Diario de un hombre (1970), Fragmentos en espiral desde el pozo (1974), Teoría de la inseguridad (1980), Elegías para un álbum (1982), Más allá de la soledad (1984), Poemas (1993), Campo de la verdad (1996) y Últimas canciones (1996). En prosa, El pantano (Diario de una mujer) (1954), Al sur del recuerdo (1955), Cuando llegue el silencio (1988) y Monólogo a contratiempo (1994); el libro de cuentos La vida y otros sueños (1969) o el cuento-leyenda para niños La hija de Jairo (1963). También sus obras de teatro Después del mediodía (1962) y Ha llegado una carta (1968).

Golpeando el silencio (1961) es el primer libro de poesía que Lagos publica en Venezuela, en la colección de poesía Lírica Hispana, ya que lo quiere hacer llegar a los exiliados españoles. Cuando sale de la imprenta esta publicación, ya es una escritora consagrada y una reconocida agente cultural en España. Ahora, se recupera al completo por primera vez por la editorial Tigres de papel, en la colección Genialogías.

Dentro de los temas fundamentales de este poemario encontramos la añoranza, la memoria de todo lo perdido y esa nostalgia que se respira al recordar el entorno de la niñez. El jardín, la casa familiar y los objetos toman gran importancia y adquieren un tono costumbrista en las composiciones. Las sensaciones, los olores y sabores, reviven en los poemas un mundo cercano lleno de matices.

“Era un cesto de siempre, / allí, sobre la boca de la tinaja inútil, / de la tinaja ocre, casi miel, casi tierra; / la tinaja deforme, panzuda, arrinconada / no sé por qué pecado. // Era un cesto de tardes con hora de merienda, / con tapas de alza y sube rústicamente aladas / y, en el puente del asa, una trenza de juncos. // Era un cesto con huellas de manos femeninas / y de manos de niños. / Era un cesto impregnado de aromas de despensa, / entre canela y nuez, entre pimienta y clavo. / Ese aroma de antes cuando todo era nuestro / por la casa y la sangre”.

La inquietud por el tiempo perdido, por las ausencias y la omisión que provoca la Guerra Civil Española hacen que Concha Lagos reivindique a los artistas y escritores republicanos que tuvieron que marchar al exilio durante el conflicto y la dictadura. Así, aparecen poemas como “Oración a los poetas exiliados”, un homenaje a todos los que el franquismo censuró y repudió prohibiendo sus obras. Desde esta perspectiva, la poeta pide una España en libertad.

“Aquí pongo los nombres: / Emilio, Rafael, León Felipe / y Luis, el tan lejano… / También por Concha / y por los ignorados, los que no he conocido, / los que se fueron con su queja de amor. / Por todos mi oración en cruz elevo / desde estos surcos, mares y salinas, / arroyos, lomas, tierra de esta España. // Que nadie nos la cerque con alambre de espino”.

Su dolor y repulsa ante las injusticias y la represión producen una gran sensación de vacío y desazón por la situación que la rodea. De esta manera, los poemas buscan un cambio. La poeta reivindica otro mundo mejor. Dice en “Pregunto”, dedicado a Gabriel Celaya:

“Era el alba. Lo juro. / No sé por qué señales podría atestiguarlo: / aún está en la memoria aquel primer destello / y, sin embargo, ocurre que a muchos se les borra, / se hace estrella lejana. // Quisiera remediarlo, / repartir alegría, / ir por ramas, por hojas, / saber de savia y tronco / y más de las raíces. / Si alguien puede ayudarme. / Gabriel, tu bien podrías tenderme alguna mano / aunque no estés seguro, / aunque también tú dudes. / Háblame de las cosas que tan pensadas llevas / alivia tus alforjas / entre los que queremos y no sabemos cómo…”.

A pesar del entorno histórico en el que se escribió Golpeando el silencio, el aspecto vitalista y de esperanza se respira en este libro. Una obra dividida en tres partes que abraza la importancia de la unión, de la memoria y del recuerdo. Un poemario recuperado por la Asociación Genialogías de mujeres poetas, en su colección de la editorial Tigres de papel, cuyo objetivo es recuperar y divulgar los mejores poemarios en lengua castellana del siglo XX escritos por mujeres. Algunos de estos libros están descatalogados o, sencillamente, han caído en un injusto olvido a pesar de tener una buena acogida y ser aplaudidos por la crítica. Dice Concha Lagos en su poema “Siembra”: “Si alguien diera en el clavo. / Aquí está la ventana. / Abajo, como un río, / la vida de la calle. / De qué color, decidme, / le pintarán los ciegos / las astas al molino. / Solo saben que giran, / que su vida es del viento”. Crucemos el Puente de los Espejos. Descubramos. Leamos.