Alicante es afortunada porque nuestra Editorial Mankell aterriza nuevamente en las librerías este octubre con su segunda novela y su colección especializada nº 2. La obra viene de la mano de Francisco Veiga bajo el título “Ciudad para ser herida” y se presentará el próximo viernes 19 de octubre en la librería 80 Mundos a las 19,30 h donde participará el propio autor y su editor Jorge Chillón.
“Ciudad para ser herida” relata que en la primavera de 2016 empieza a urdirse un atentado terrorista contra Barcelona. Los primeros indicios apuntan a que se trata de una operación de bandera falsa en la que podrían estar implicados intereses financieros internacionales. Una célula estanca de investigadores secretos recibe la orden de desentrañar el misterio y prevenir el ataque recurriendo a métodos off-thebooks. Pero al final, lo que se percibía como una ayuda inesperada casi milagrosa, termina siendo un “metamilagro”, un prodigio inesperado que sólo aparentemente resuelve las cosas.
De Francisco Veiga sé de su profesión como profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona y que le delata toda su obra ensayística en historia (Balcanes, Primera Guerra, la Guerra y Postguerra fría, las exyugpslavias,…). También que ha sido articulista en distintos medios, hasta cuatro.
Estuvo centrado en el sureste europeo. Cuando terminaron, esas guerras el yihadsmo se puso “más de moda” y fue cuando publicó una historia del imperio otamano-Turquía.
Oficialmente esta es su primera novela. Oficiosamente hizo una novela, Los acordeones de Belgrado que no se atrevió a publicar porque los personajes existían y no lo consideró. Nunca por tanto ha publicado novela, esta es su primera. Y cómo dice él “una novela es difícil de construir porque atiende a otros criterios de construcción creativa porque hay que trabar en el relato personajes que suelen ser cambiantes”.
Pregunta: “Ciudad para ser herida” es una novela de información reservada y secreta. Y parece una micro-adivinación tuya de una trama que construye un posible atentado en Barcelona, que con todas los matices también ocurrió. ¿Cuál es el liet-motiv?
Respuesta: Hacía tiempo que quería escribir una novela de lo que había conocido, Recuerdo cuando atravesé el telón de acero a los 17 años. Descubro los sistemas autoritarios socialistas frente a los capitalistas que ya conocía. Me acerqué a un círculo de información reservada.
Tenía el dilema de contar personalmente lo que había vivido. Un día del libro, Sant Jordi, vi como detenían a un inmigrante que se parecía a un ángel caído, con un punto de rebelíón. Me dio la sensación que aquí iba a pasar algo, que olía a yihadismo low cost. La pregunta era cómo es que en Barcelona no ha pasado nada todavía, ponían en la ciudad, por ejemplo, papeleras transparentes, como prevención de una ciudad que desborda mafias. Un ambiente de Berlín años 20 y eso me estalló un día de Sant Jordi.
Empecé a escribir en tiempo real. Por eso había chistes de gays y la gente, profesores y alumnado, fumaba en las aulas, una historia con detalles. Los hechos históricos vividos en directo me permitían pasar del escritor con datos al escritor narrativo de la realidad y la ficción. Esta es una novela coral donde el cadáver no ocupa ningún elemento esencial donde el protagonista busca la información no por desvelar quién es el asesino.
En lo puramente personal. es continuar la vida que mi padre como escritor no pudo tener porque falleció realmente joven. Sobrevivir a la muerte de mi padre. Incluso hay un poema en el libro que es de él.
P: El espionaje o contraespionaje, sin duda es novelero de por sí. Parece un ingrediente para jugar a ganar en las ventas. ¿Es una tendencia literaria que te convence?
R: Me convence mucho el producto que tiene un problema que es la politización en España de la trayectoria de la inteligencia en nuestro país. Aquí un espía es un pícaro o medio estafador, en una mezcla entre un posible personaje medio corrupto, dudoso moralmente, donde los ingleses lo plantean como un juego teatral para engañar pero en España tiene un componente de represión donde dejar claro quienes son realmente los malos. La novela de espías tiene un componente político o incluso esperpéntico alejado de la imagen de la Guerra Fría.
P: ¿Qué papel social consideras que tiene el escritor? ¿Qué crees que aporta un creador como tú a la vida de sus lectores y lectoras?
R: Aporto responsabilidad, que ya como profesor lo tengo claro. Como novelista es casi la continuación, es decir, enseño. La novela de espías es un ámbito muy interesante donde abordo cuestiones de fondo como el turbocapitalismo que sería el equivalente en política del populismo. Por tanto, la economía canalla, especulación y juego de azar. La economía del despiece, el sabotaje, un capitalismo trucado.
P: En una entrevista de esta semana a un director de una fundación cultural indicaba que los museos son para aprender, pero realmente son para divertise. ¿en literatura también?
R: La literatura no solamente es para concienciar. Hay que hacer literatura para aprender, para tomar conciencia y para divertirse, muy poliédrica. La segunda lectura de mi novela la recomiendo para sacar nuevas conclusiones y nuevas enseñanzas.
P: Actualmente ¿qué es más moderno ser nacionalista o de las nuevas izquierdas?
R: El nacionalismo es más real, es un sentimiento que se tiene o no se tiene. El concepto de izquierda es un concepto inteligenciable que se sobrepone al egoísmo, que además tiene más un elemento histórico de postureo y que requiere una digestión pausada.
P: ¿Qué papel está jugando la ultraderecha en todo el hemisferio norte? No sé si en el sur también.
R: El concepto nafbols (nacional o nacis bolcheviques) o leninista de derecha tiene un inquietante protagonismo. En sí vuelve a ser populismo. El gay antifeminista es un concepto que ahora se baraja, la cultura chanera. Por tanto, está robando la cartera del método y los mensajes a la izquierda que la hace más cercana: “si Marx viviera, votaría al Frente Nacional”.
P: Para finalizar, ¿tienes otros vínculos con Alicante?
R: Turismo en Altea, Calp, Torrevieja con un ambiente muy californiano. Por tanto siempre he tenido un recuerdo bonito del arroz a banda y el pan amb ali i oli. También del Chocolate Valor.
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