Hace unos días leía en el diario Información un artículo de África Prado sobre la adjudicación de la Feria del Libro de Alicante que no me dejó estupefacto porque hace ya dos años que Antonio Manresa no me deja estupefacto, más bien esperamos cada lunes la siguiente manresada. En la noticia, se informaba de que para la adjudicación de la Feria se había escogido la propuesta menos valorada: “Poco definida, sin especificar en qué va a consistir cada acción, ni describe la temática de la feria o de las conferencias, o cómo se plantean las visitas escolares. Únicamente establece una propuesta de calendario y el nombre de las actividades infantiles. No describe ninguna de las actividades propuestas, ningún medio o forma en que se proponen llevar a cabo, ni herramientas o instrumentos necesarios”. Tampoco definía cuáles eran los invitados de reconocido prestigio que participarían. Es decir, que se ha valorado la oferta porque asegura que cumplirá con los requisitos. Eso faltaba. ¿Y por qué se llevó el concurso esa oferta? No se lo van a creer: por ofrecer el precio más bajo. Eso es todo.

En 2017, en pleno plan de ajuste, la Feria se pudo hacer con seis mil euros porque, como siempre, el sector cultural de Alicante arrimó el hombro gratis et amore. Ese año y los siguientes. Marina Vicente hizo un trabajo excelente con esos pocos mimbres, del mismo modo que Juanjo Cervetto y Rafa Burgos en las posteriores ediciones. La organización volvió a Marina Vicente estos dos últimos años. Lo bueno es que con unos y con otros la Feria recuperó la pulsión a pesar del irrisorio presupuesto. Lo malo es que mandaron el mensaje al poder de que con cuatro euros pueden hacer cualquier cosa de Cultura, y sale, favoreciendo el abuso del cargo sobre los profesionales del sector. En cualquier caso, concejales tan dispares como Simón, Vara o Padilla hicieron muy bien en seguir el camino trazado desde 2017.

Y en eso llegó la pandemia y se volvió a pedir el mismo favor porque Manresa tampoco había tenido tiempo de redactar el concurso. Y con todos los obstáculos salió adelante la primera Feria del Libro completamente online de Alicante en el otoño de 2020.

¿Y qué ha pasado este año? Pues lo han leído al principio de la columna. Solo que esta vez no hay 6.000 o 12.000 euros; hay 28.000. Tomen nota de algo: la 55 Fira de València tiene un presupuesto de 360.000 euros.

Al final, se escoge a una empresa que no tiene vinculación ni con el libro ni con las artes (si exceptuamos la moda) o con la Cultura (si exceptuamos el vino) pero que hizo un evento de movilidad con el PP en septiembre pasado. Lo mismo te hacen un evento de autobuses que de libros, ya lo ven. Puro PP. Es obvio que Manresa no tiene ni la más remota idea del sector cultural tampoco dos años después de aceptar el cargo, hasta el punto de que en el pleno lo ha llamado “mundillo cultural”.

Me pregunto qué le parecería a Manresa que el Concejal de Infraestructuras hablara en el pleno del “mundillo de los comerciales de componentes eléctricos”. Y eso lo digo porque con un pliego diseñado y dirigido por un concejal de Cultura verdad, el simple hecho que de que se hubieran redactado unas cláusulas de responsabilidad social, o de que se hubieran incorporado requisitos explícitos que aseguraran un control de calidad (le aconsejo Manresa leerse la II Guía Práctica para la inclusión de cláusulas sociales adaptada a la Ley 9/2017 de Contratos del Sector Público editada por la GVA), el resultado habría sido muy diferente, y hoy Manresa no habría dejado al optimismo y a la providencia divina el resultado, tal como ha dicho en la Sala de Prensa. Y resulta que eso no lo deben decidir técnicos, ni está condicionado por fórmulas matemáticas, como él ha dicho, sino que se llama “política cultural”, algo para lo que Manresa necesitaría mucho más que una corbata y un acta de concejal. Mientras tanto, “hace” de concejal para bochorno de Alicante.

Una Feria del libro local es eso: local. Quien la organice tiene que conocer muy bien el mapa cultural. Si esta empresa no definió sus actividades, si no tiene experiencia en ferias del libro, si tampoco es una empresa relacionada con la Cultura, si no conoce el tejido editorial de Alicante, ni el cultural, ni el social, ¿qué creen ustedes que hará? Pues sí, buscará a una persona de la ciudad que sea del “mundillo” (Manresa dixit) para que la organice de facto.

Supongo que están pensando lo mismo que yo: llamarán a la misma persona que la ha estado organizando en el pasado y con un 80% menos de presupuesto con el que cuenta este año la empresa adjudicataria. Y le dirán lo mismo que le han dicho los concejales precedentes ante la falta de presupuesto: abusa de los amigos. Porque del cargo ya se ha abusado bastante.

La suerte que tiene Manresa es que la gente de la Cultura arrimará el hombro, por mucho que no le quede más que el hueso. Y no porque sean vocacionales, sino porque saben que el Concejal está desnudo y se tienen que buscar la vida. Pero sobre todo porque los profesionales de la Cultura tienen un afilado sentido de comunidad que ya lo quisieran los pioneros del Mayflower.