“Creyó que no debía / defenderla del otoño, / que jamás el viento / silbaría guerra en sus ramas. / Pero el otoño fue puntual / y voraz el viento. / Hoy riega postales / como quien siembra cenizas”.
Nelo Curti (Paysandú, Uruguay, 1981). Reside desde 1998 en Alicante. Junto a un grupo de escritores y artistas plásticos funda en 2004 la revista de literatura “Cuadernos del Tábano”, que se publicó trimestralmente durante 6 años. Bajo el concepto AFTERPOESÍA, lleva la poesía a escena conjugando versos, performance, humor y otros mejunjes, tal y como él dice. Enmarcadas en el mismo proyecto ha desarrollado varias intervenciones afterpoéticas en diversos espacios públicos. Sus blogs son http://nelocurti.blogspot.com/, http://suicidasconmanguitos.blogspot.com/ y https://teatroesquina.blogspot.com/. Para teatro ha escrito Caracoles de Verano, Tanto correr para acabar viniendo, Se necesita poeta, Retratos de una familia numerosa, SUDBERLÍN (teatro documental), Macbeth vs. Macbeth, Efedeu, S.A.L. y la Chacona del caballero de la flor oscura y la muchacha ausente que no lo supo querer; obras que ha representado con “Teatro de Esquina” y “Suicidas con Manguitos”, compañías con las que trabaja desde hace más de diez años.
Publica tres libros de poesía: Los sonidos del niño roto (Ed. del Tábano, 2004), Introducción al fabulismo (Ed. del Tábano, 2007) y Memorias de un día futuro (Ed. del Tábano, 2010). En 2015 recibe el Accésit del Premio Adonáis de poesía por su poemario El lujo de ponernos tristes (Ed. Rialp, 2016). En 2019 recibe el tercer Premio de Poesía de Aspe. Sus últimos poemarios, todavía inéditos son: Penélope de La Habana y Conversaciones mientras vemos caer la última bomba.
Nelo Curti es un poeta imaginativo. En sus textos siempre se encuentra la ternura y el ritmo de lo cotidiano unidos a la reflexión profunda. Cada verso es una emoción que tropieza con la realidad, con la fuerza de un mundo lleno de contradicciones y delirios; una visión particular que se transmite a través de asociaciones de palabras insólitas y le dan al poema un aire espontaneo e ingenioso.
“Era una tarde de abril / sin primavera / y apostó que el cielo / dejaría de llorar, / pidió flores prestadas / al jardín de su vecina / y corrió sobre las charcas / hasta que una fue de sal: / en la otra orilla / no jugaba su pasado, / pero él quiso probar. / Disfrazó de barco / su último poema / y navegó como aquel héroe / malquerido por los dioses”.
Los pensamientos y las imágenes surrealistas se suceden para crear un entorno sorpresivo, de naturaleza íntima, que el autor construye bajo los pilares de su conciencia social. De este modo, cada objeto, cada elemento pierde el carácter lógico y es la herramienta perfecta para incentivar la mente del que se encuentra con su lírica.
“Anduve la miseria / -sembré agravios en su luna- / y vagué también por la canción / como quien mira desde un tren / el paisaje que nunca besará. / Me llamé sombra / y fui baobab / pero se marchitó mi príncipe / y mi cielo, / distancia hasta que tuve detrás el horizonte”.
La ciudad, la rutina, la precariedad, la alienación y los desastres cotidianos se retratan para dejar, entre líneas, un regusto ácido. El sujeto poético necesita escapar de las cadenas del sistema y reinventar otro universo paralelo en el que sobrevivir. Así, la lucha y la denuncia social están latentes, pero con la perspectiva fresca e irónica que aporta la voz del poeta.
“Llega a casa. / Saca del congelador sus alas. / Planea hacia el sofá / y se recuesta bocarriba. // Una mano lleva y trae / diestramente el cigarrillo. / La otra repta ciega. / Litúrgica. Ansiosa. / Hasta zambullirse en su entrepierna. // La mano serpiente se araña / y Penélope reza, reza, reza, / hasta calcinar su cruz”.
El carácter underground hace que, más allá de estructuras y estereotipos, su poética evolucione con la propia visión de la calle. Es por eso que las relaciones humanas, la reivindicación y los ideales se ensamblan a la filosofía y el bagaje del autor para ofrecer una visión abstracta fuera de la línea de confort de otro tipo de lenguajes.
“En este poema vive un elefante / que juega a los dados con el miedo / y se columpia en la tela de mis odios. / Hablamos de Kafka algunas noches / y ahogamos escarabajos en botellas / que luego atracan nuestros sueños. / Vemos fútbol / y documentales sobre guerras / que incendian los quioscos del suburbio / y huyen bajo el brazo de señores sin heridas. / La suerte es una musa que nos han robado / y en nuestras conversaciones / las palabras de amor piden socorro / y acaban borrachas en el patio, / molestando a los vecinos”.
Su obra traspasa el papel y convierte la poesía en un escenario sin límites. Su manera de entender la vida hace que la escritura tome otras formas y desemboque en la creación de espectáculos multidisciplinares. Entre sus últimos proyectos está La lluvia luego, una propuesta que aúna poesía, danza y música, junto a las bailarinas Cintia Solbes y Zula Ruiz, y los músicos Chelo Romero y Perro Magnético; así como 30 M² DE/, un proyecto audiovisual con Lucas Bramucci, Cintia Solbes y Zula Ruiz.
Nelo Curti es un artista de calle. Cada propuesta se expande y crea las sinergias necesarias que demuestran su amor inmenso por la literatura y por el arte. El dolor, la tristeza y la severidad que existen tras sus letras conviven con la quimera y la libertad, con el empeño de seguir en la batalla. Su poética es “lluviosa, torrencial”, llena de espacios indefinidos donde existir. Un paisaje polisémico y asonante que se coloca en el presente para, en esta vorágine, hacernos partícipes de las pequeñas cosas. Detengámonos a mirar. Leamos.
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